«Los planes bien meditados dan buen resultado; los que se hacen a la ligera causan la ruina». Proverbios 21:5, DHH
¡CUÁNTOS JÓVENES que debieron convertirse en individuos de utilidad y poder fracasaron porque en su vida temprana formaron hábitos de indecisión, que los siguieron durante su vida para invalidar todos sus esfuerzos! Algunas veces se llenan de repentino celo para realizar alguna cosa grande, pero dejan su trabajo a medio terminar y sin producir ningún resultado. […] La paciente persistencia en el bien hacer es indispensable para el éxito. […] El trabajo perseverante, temperante y firme, logrará más de lo que puede obtenerse mediante esfuerzos espasmódicos. […]
El trabajo le fue señalado a los seres humanos por su Creador. Dios les proporcionó ocupación a nuestros primeros padres en el santo Edén y, desde la caída en el pecado, el hombre ha sido un trabajador laborioso y ha comido su pan con el sudor de su frente. Cada hueso de su cuerpo, cada rasgo de su rostro, cada músculo de sus miembros atestigua el hecho de que fue creado para la actividad, no para la ociosidad. En la juventud se deben formar hábitos de laboriosidad. […] El fiel cumplimiento de los deberes de la vida, cualquiera sea nuestra posición, exige un sabio aprovechamiento de todos los talentos y las capacidades que Dios nos dio. Evitemos estar siempre apresurados, y sin embargo no realizar nada digno de esfuerzo. Estos esfuerzos inútiles a menudo son causados por dejar de hacer el trabajo a su debido tiempo. Cualquier cosa que se descuide en el tiempo cuando debiera realizarse, sea secular o religiosa, raramente se hace bien. Muchos parecen trabajar diligentemente cada hora del día y, sin embargo, no producir ningún resultado correspondiente a sus esfuerzos. […]
Cuidemos de no desperdiciar nuestro tiempo en nimiedades, y luego dejar de realizar las empresas que realmente valen la pena. La firme adhesión a un propósito es necesaria para asegurar el fin. Una vez le preguntaron a un hombre distinguido cómo era posible que llevará a cabo un trabajo tan grande. Su respuesta fue: «Hago una cosa a la vez». […] Jesús fue un obrero diligente, y los que siguen su ejemplo experimentaran la abnegación, el trabajo y el sacrificio. — Carta 3, 1877.