Cada alma está rodeada de una atmósfera propia, de una atmósfera que puede estar cargada del poder vivificante de la fe, el valor y la esperanza, y endulzada por la fragancia del amor. O puede ser pesada y fría por la bruma del descontento y el egoísmo, o estar envenenada por la contaminación fatal de un pecado acariciado. Toda persona con la cual nos relacionamos queda, consciente o inconscientemente, afectada por la atmósfera que nos rodea.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 274 (1900).
DESARRAIGA EL EGOÍSMO Y LAS LUCHAS
La cadena dorada del amor, que liga los corazones de los creyentes en unidad, con vínculos de amistad y de amor, y en unidad con Cristo y el Padre, realiza la perfecta conexión y da al mundo un testimonio del poder del cristianismo que no puede ser controvertido […].Entonces el egoísmo será desarraigado y no existirá más y no habrá luchas ni divisiones. No existirá obstinación en ninguno que esté unido con Cristo. Nadie manifestará la obcecada independencia del hijo descarriado e impulsivo, que desecha la mano que se extiende para conducirlo, y tropieza y anda en sus propios caminos.—Nuestra Elevada Vocación, 175 (1893).
EL FRUTO DEL AMOR PURO
“Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Mateo 7:12. Como fruto de una conducta tal se verán resultados bienaventurados. “Con la
misma medida con que medís, os volverán a medir”. Lucas 6:38. Estos son los poderosos motivos que deben constreñirnos a amarnos unos a otros con corazón puro y con fervor. Cristo es nuestro ejemplo. Él anduvo haciendo bienes. Vivió para beneficiar a otros. El amor embelleció y ennobleció todas sus acciones. No se nos ordena que nos hagamos a nosotros mismos lo que desearíamos que otros hicieran con nosotros; debemos hacer a otros lo que queremos que ellos nos hagan en iguales circunstancias. Siempre se nos vuelve a aplicar la medida con que medimos.
El amor puro es sencillo en sus manifestaciones, y distinto de cualquier otro principio de acción. El amor por la influencia y el deseo de que otros nos estimen, puede producir una vida bien ordenada, y con frecuencia una conversación intachable. El respeto propio puede guiarnos a evitar la apariencia del mal. Un corazón egoísta puede ejecutar acciones generosas, reconocer la verdad presente y expresar humildad y afecto exteriormente, y sin embargo, los motivos pueden ser engañosos e impuros; las acciones que fluyen de un corazón como ese pueden estar desprovistas del sabor de vida, de los frutos de la verdadera santidad y de los principios del amor puro. Debe albergarse y cultivarse el amor, porque su influencia es divina.—Joyas de los Testimonios 1:208, 209 (1868).
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #1 Capítulo 23: “ EL AMOR, UN PRINCIPIO DIVINO Y ETERNO ” Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lara