SE NECESITAN PACIENCIA Y ADAPTABILIDAD (CONSEJOS A UN MAESTRO)
Usted no tiene éxito como maestro porque no tiene paciencia ni adaptabilidad. Usted no sabe cómo tratar con las mentes humanas o cómo impartir conocimiento de la mejor manera posible. Si sus expectativas no se logran, se impacienta. Usted ha tenido todas las ventajas en su educación, y sin embargo, no es un maestro sabio. Le resulta muy desagradable enseñar a aquellos cuya capacidad de aprendizaje es más lenta. En su juventud necesitó disciplina y entrenamiento. Pero el espíritu que usted manifestó bajo la corrección echó a perder su vida.—Carta 117, 1901.
LOS PADRES HAN DE COOPERAR CON LOS MAESTROS
Un terreno abandonado representa la mente sin cultivar. Los padres deben mirar este asunto bajo una luz diferente. Tienen que creer que es su responsabilidad cooperar con el maestro, impulsar la sabia disciplina, y orar mucho por quien está enseñando a sus hijos. Ustedes no ayudarán a los niños impacientándose, censurándolos o desanimándolos; tampoco habrán […] de ayudarlos a rebelarse y a ser desobedientes y faltos de bondad y desagradables por el espíritu que ustedes desarrollan.—Manuscrito 34, 1893.
LA RESPONSABILIDAD DE LA COMUNIDAD RELIGIOSA
No puede haber obra más importante que la educación apropiada de nuestros jóvenes. Debemos protegerlos, resistiendo a Satanás, a fin de que no los arranque de nuestros brazos. Cuando los jóvenes vayan a nuestros colegios, no se les debe hacer sentir que están entre extraños que no se interesan por sus almas. Tiene que haber padres y madres en Israel que vigilen sus almas como quienes deben dar cuenta de ellas. Hermanos y hermanas, no se alejen de la querida juventud, como si no tuvieran preocupación por ellos o responsabilidad sobre ellos. Ustedes, quienes por mucho tiempo han profesado ser cristianos, tienen una obra que hacer a fin de guiarlos en forma paciente y bondadosa por el camino correcto. Han de mostrarles que los aman porque son los miembros más jóvenes de la familia del Señor, comprados con su sangre.—The Review and Herald, 26 de agosto de 1884; Fundamentals of Christian Education, 89, 90.
CÓMO ENFRENTAR CORAZONES OBSTINADOS Y ACTITUDES PERVERSAS
Nuestro Redentor comprendía ampliamente a la humanidad. Su corazón siempre se conmovía por la conocida impotencia de un niño que está sujeto a un trato rudo, porque él amaba a los niños. Nunca llegó en vano a sus oídos el más débil clamor de sufrimiento humano. Y todo el que asume la responsabilidad de instruir a la juventud afrontará corazones obstinados y actitudes perversas, y es su tarea cooperar con Dios en la restauración de la imagen moral de Dios en cada niño. Jesús, precioso Jesús, en su alma había toda una fuente llena de amor.—Fundamentals of Christian Education, 265 (1893).