Hemos de hablar del amor de Dios en nuestros hogares; hemos de enseñarlo en nuestras escuelas. Los principios de la Palabra de Dios han de inculcarse en la vida del hogar y de la escuela. Si los padres comprendieran plenamente su deber de someterse a la voluntad revelada del Señor, serían sabios consejeros en nuestras escuelas y en asuntos de educación, pues su experiencia en la enseñanza en el hogar les enseñaría la forma de precaver contra las tentaciones que asaltan a niños y a jóvenes. Los maestros y los padres asi llegarían a ser colaboradores con Dios en la obra de educar a la juventud para el cielo.—Carta 356, 1907.
Será de gran ayuda para el maestro que se le comunique el conocimiento íntimo que los padres tienen del carácter de los niños y de sus peculiaridades o debilidades físicas. Es de lamentar que sean tantos los que no comprenden esto. La mayoría de los padres se interesan poco en informarse de las cualidades del maestro o en cooperar con él en su trabajo.—La Educación, 276.
Ellos [los padres] deben sentir que es su deber cooperar con el maestro, fomentar la disciplina adecuada y orar mucho por aquel que está enseñando a sus hijos.—Fundamentals of Christian Education, 270.
LOS MAESTROS PUEDEN SER CONSEJEROS DE LOS PADRES —
Puesto que los padres se familiarizan rara vez con el maestro, es tanto más importante que éste trate de relacionarse con los padres. Debería visitar los hogares de los alumnos y enterarse del ambiente y de las influencias en medio de las cuales viven. Al relacionarse personalmente con sus hogares y vidas, puede fortalecer los lazos que lo unen a sus alumnos y aprender la forma de tratar más eficazmente con sus diferentes temperamentos e inclinaciones.
Al interesarse en la educación del hogar, el maestro imparte un doble beneficio. Muchos padres, entregados de lleno al trabajo y a las ocupaciones, pierden de vista sus oportunidades para influir benéficamente en la vida de sus hijos. El maestro puede hacer mucho para despertar en los padres el sentimiento de sus posibilidades y privilegios. Hallará otros para quienes, por la ansiedad que tienen de que sus hijos sean hombres y mujeres buenos y útiles, el sentimiento de su responsabilidad ha llegado a ser una carga pesada. Con frecuencia el maestro puede ayudar a estos padres a llevar su carga y, al tratar juntos los asuntos, tanto el maestro como los padres se sentirán animados y fortalecidos.—La Educación, 276.
CONDUCCIÓN DEL NIÑO SECCIÓN #12 *El Desarrollo De Las Facultades Mentales* Capítulo 54: “ MAESTROS Y PADRES EN SOCIEDAD ” Por: Elena G De White Colaboradores: América Lara & Adriana Jiménez