A través de sucesivas generaciones desde la caída, la tendencia ha sido siempre hacia abajo. La enfermedad se ha transmitido de padres a hijos, generación tras generación. Aun los infantes en la cuna sufren de aflicciones causadas por los pecados de sus padres. Moisés, el primer historiador, presenta un relato bien definido de la vida social e individual de los primeros días de la historia del mundo, pero, no encontramos ningún caso en que un infante haya nacido ciego, mudo, lisiado o imbécil. No se registra un solo caso de muerte natural en la infancia, en la niñez o al comienzo de la edad adulta […]. Era tan raro que un hijo muriera antes que su padre, que un hecho tal era considerado digno de ser registrado: “Harán murió antes que su padre Taré”. Génesis 11:28. Los patriarcas desde Adán hasta Noé, con pocas excepciones, vivieron casi mil años. Desde entonces el promedio de la vida ha estado decreciendo.
En el tiempo de la primera venida de Cristo, la raza humana se había degenerado tanto, que no solamente ancianos, sino también personas de edad media y jóvenes eran llevados desde todas las ciudades al Salvador, para ser sanados de sus enfermedades. Muchos trabajaban bajo una increíble carga de miseria.—Consejos sobre el Régimen Alimenticio, 139, 140 (1890).
LOS NIÑOS HAN DE EVITAR LOS MALOS HÁBITOS DE SUS PADRES
La enfermedad no sobreviene nunca sin causa. Descuidando las leyes de la salud se le prepara el camino y se la invita a venir. Muchos sufren las consecuencias de las transgresiones de sus padres. Si bien no son responsables de lo que hicieron estos, es, sin embargo, su deber averiguar lo que son o no son las violaciones de las leyes de la salud. Tienen que evitar los hábitos malos de sus padres, y por medio de una vida correcta ponerse en mejores condiciones.—El Ministerio de Curación, 179 (1905).
LOS PECADOS DE LOS ANTEPASADOS LLENARON EL MUNDO DE ENFERMEDADES
Nuestros antepasados nos han legado costumbres y apetitos que están llenando el mundo de enfermedad. Los pecados de los padres, mediante el apetito pervertido, están cayendo con terrible poder sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generaciones. La mala alimentación de muchas generaciones, los hábitos de glotonería y desenfreno de la gente, están llenando nuestros asilos, nuestras prisiones y nuestros manicomios. La intemperancia manifestada al beber te y café, vino, cerveza, ron y aguardiente, y al usar tabaco, opio y otros narcóticos ha producido gran degeneración mental y física, y esta degeneración está en constante aumento.—The Review and Herald, 29 de julio de 1884; Counsels on Health, 49.