El primer hijo debería ser educado especialmente, con mucho cuidado, porque él educará al resto. Los niños crecen de acuerdo con la influencia de los que los rodean. Si son manejados por aquellos que son ruidosos y turbulentos, ellos también se convierten en ruidosos y casi insoportables.—Conducción del Niño, 27 (1899).
AMBIENTES DIFERENTES PARA DIFERENTES NIÑOS
Algunos niños tienen mayor necesidad que otros de paciente disciplina y bondadosa educación. Han recibido como legado rasgos de carácter poco promisorios, y por eso tienen tanto mayor necesidad de misericordia y amor. Por sus esfuerzos perseverantes, se puede preparar a estos niños díscolos para que ocupen un lugar en la obra del Maestro. Poseen facultades sin desarrollarse que, una vez despiertas, los capacitarán para ocupar lugares mucho más destacados que los de aquellos de quienes se esperaba más.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 110 (1913).
LOS HÁBITOS RARA VEZ SE CAMBIAN MÁS TARDE
Lo que el niño ve y oye está trazando profundas líneas en la tierna mente, que ninguna circunstancia posterior de la vida podrá borrar del todo. Entonces el intelecto está tomando forma y los afectos están recibiendo dirección y fortaleza. Los actos repetidos en cierto sentido se convierten en hábitos. Estos se pueden modificar mediante una severa educación, en la vida posterior, pero rara vez se cambian.—Conducción del Niño, 184, 185 (1880).
INFLUENCIA SANADORA DE LA BONDAD
Bajo la influencia de la mansedumbre, la bondad y la amabilidad, se crea una atmósfera que sana y no destruye.—MeM 156 (1906).