La madre debiera ser la maestra y el hogar la escuela donde cada niño reciba sus primeras lecciones, y esas lecciones debieran incluir hábitos de laboriosidad.
Madres, permitid que los pequeños jueguen al aire libre; permitidles que escuchen los cantos de los pajarillos y conozcan el amor de Dios tal como se expresa en sus bellas obras. Enseñadles sencillas lecciones del libro de la naturaleza y de las cosas que los rodean, y a medida que sus mentes se expandan, pueden añadirse lecciones de los libros y pueden fijarse firmemente en la memoria.
Pero aprendan también a ser útiles, aun en sus años más precoces. Enseñadles a pensar que, como miembros del hogar, han de realizar su parte con interés y espíritu de ayuda, compartiendo las tareas domésticas y buscando el ejercicio saludable en la realización de los deberes necesarios del hogar.—Fundamentals of Christian Education, 416, 417.
NO NECESITA SER UN PROCESO PENOSO—
Tal educación es de un valor indecible para un niño, y esta preparación no necesita ser un proceso penoso. Puede darse de tal manera que el niño halle placer aprendiendo a ser útil. Las madres pueden entretener a sus hijos mientras les enseñan a cumplir pequeñas tareas de amor, pequeños deberes del hogar. Esta es la obra de la madre: instruir pacientemente a sus hijos, línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá. Y al hacer esta obra, la madre misma obtendrá una educación y una disciplina incalculables.—Carta 55, 1902.
LA MORAL PUESTA EN PELIGRO POR LOS COMPAÑEROS DE ESCUELA —
No enviéis a vuestros pequeñuelos a la escuela demasiado precozmente. La madre debiera ser cuidadosa al confiar a otras manos el dar forma a la mente del niño.—Christian Temperance and Bible Hygiene, 67.
Muchas madres creen que no tienen tiempo para instruir a sus hijos, y a fin de sacárselos del camino y librarse de su ruido y molestia, los mandan a la escuela. . . .
No sólo se ha puesto en peligro la salud física y mental al enviarlos a la escuela demasiado precozmente, sino que han perdido desde el punto de vista moral. Tuvieron la oportunidad de tratarse con niños incultos. Se asociaron con los que son ásperos y rudos, que mienten, blasfeman, roban y engañan, y que se deleitan en impartir su conocimiento del vicio a los que son menores que ellos. Si se deja a los niñitos librados a sus propias fuerzas, aprenden más fácilmente el mal que el bien. Los malos hábitos se avienen mejor con el corazón natural y las cosas que ven y oyen en su infancia y niñez se graban profundamente en su mente; y la mala semilla sembrada en su corazón joven se arraigará y se convertirá en aguzadas espinas que herirán el corazón de sus padres.—A Solemn Appeal, 130, 132.
CONDUCCIÓN DEL NIÑO SECCIÓN #12 *El Desarrollo De Las Facultades Mentales* Capítulo 51: “ LA PREPARACIÓN PARA LA ESCUELA ” Por: Elena G De White Colaboradores: América Lara & Adriana Jiménez