Cuando en el Antiguo Testamento se habla de la gloria de Dios, por lo general se refiere a la presencia visible de Dios entre su pueblo (Éxo. 16:7; 24: 16-17; Lev. 9:23; Núm.14:10). Esta presencia a menudo se asocia con luz o resplandor. Las Escrituras afirman que Jesús es la luz que vino a este mundo para revelar la gloria de Dios (Heb. 1:3; Juan 1:6-9,14-18; 2 Cor. 4:6). Piensa, por ejemplo, en cómo se manifestó Jesús durante la transfiguración: «Allí se transfiguró en presencia de ellos. Su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz» (Mat. 17:2). Así como no podemos percibir claramente el sol sino apenas el resplandor de su luz, así podemos conocer a Dios a través de la luz de Jesús. Los dos son uno, y debido a que la gloria de Dios es luz en sí misma, no hay de hecho diferencia entre Dios y Jesús, así como no hay diferencia entre la luz y su resplandor.
Hebreos también dice que Jesús es «la imagen misma» de la sustancia del Padre (Heb. 1:3, RV95). Lo que esta metáfora busca comunicar es que existe una correspondencia del ser o de la esencia, entre el Padre y el Hijo. Ten en cuenta que los seres humanos, llevamos la imagen de Dios, pero no su esencia (Gen. 1:26). El Hijo, sin embargo, comparte la misma esencia con el Padre. No es de extrañar que Jesús dijera: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre› (Juan 14:9). Hebreos 1 afirma que Dios creó el mundo «por medio de Jesús y que Jesús sostiene el mundo mediante su poderosa palabra. Algunos piensan que Jesús fue solo un instrumento a través del cual Dios creó, pero esto no es posible. Primero, para Pablo, Jesús es el Señor que creó el mundo, no un simple ayudante. Hebreos 1:10 dice que Jesús es el Señor que creó la tierra y los cielos, y Pablo también describe en Jesús lo que el Salmo 102:25-27 dice sobre Dios como Creador. En segundo lugar, Hebreos 2:10 dice que el universo fue creado por el Padre (con las mismas expresiones exactas que se utilizan para Jesús en Hebreos 1:2). El Padre creó y Jesús creó (Heb. 1:2, 10; 2:10). Hay un acuerdo perfecto entre Padre e Hijo en propósito y actividad. Esto forma parte del misterio de la Trinidad: Jesús creó y Dios creó, pero solo hay un Creador Dios, lo que implica que Jesús es Dios.
Hebreos 4:13 sugiere que Jesús también es Juez. Su autoridad para gobernar y juzgar deriva del hecho de que Dios creó todas las cos as y sostiene el universo (Isa. 44:24-28).Hebreos 1:3 y Colosenses 1:17 afirman que Jesús también sostiene el universo. Este acto sustentador probablemente sugiere también la acción de orientar o gobernar. La palabra griega fueron («impulsar», «sustentar», «sostener», «conducir») se usa en la Biblia para describir a una barca que es llevada por el viento (Hech. 27:15, 17) o a Dios dirigiendo a los profetas (2 Ped. 1:21). Así, en un sentido real, Jesús no solo nos creó, sino que también nos sostiene, impulsa, sustenta y conduce. Cada aliento, cada latido del corazón, cada momento de nuestra existencia se encuentra en él, en Jesús, el fundamento de todo lo que Dios trajo a la existencia.
Después de haber repasado el texto que has copiado y resaltado, qué enseñan esas especiales crees que reflejan
¿Qué preguntas te surgen?
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En tus propias palabras, de qué manera Jesús revela el misterio del Padre?