Fue escrito por John Newton, en 1773. Este marinero inglés se dedicaba a transportar esclavos, desde África hasta Inglaterra.
Nadie quería a aquel hombre cruel y malvado que casi siempre estaba borracho y que trataba a todo el mundo mal.
Pero un día, sucedió algo que cambió su vida por completo. Una fuerte tormenta, durante uno de sus viajes, estaba a punto de hundir su barco con todos los que estaban dentro.
Mientras los esclavos africanos cantaban, él sintió la necesidad de pedir ayuda a Dios.
¿Y sabes qué pasó?
Oró pidiendo ayuda y Dios calmó la tormenta.
Tras esa experiencia decidió seguir a Jesús. Su vida comenzó a cambiar hasta convertirse en un predicador y un defensor de que se aboliera la esclavitud.
Un día, escribió la letra del himno «Sublime Gracia» (Amazing Grace, en inglés). Y su amigo William Cowper compuso la melodía.
John Newton nunca olvidó que Jesús lo había rescatado no sólo de la tormenta, sino también de la esclavitud del pecado y de todas las cosas crueles y malas que había hecho.
Eso significa redimir: rescatar a alguien mediante un precio.
¿sabes quién te rescató a ti y pagó el precio por tus pecados? Sí, fue Jesús el que pagó muriendo en la cruz y te liberó para poder vencer el mal. Solo tienes que confiar en él como hizo John Newton.
Busca el himno «Sublime gracia» en el Himnario Adventista, es el número 303, o en Internet. Escribe la estrofa que más te guste de este himno en tu Diario de Oración.