¿Te has preguntado alguna vez qué significa la palabra prójimo?
Un día, un maestro que enseñaba la ley en Israel, le preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?».
Como Jesús lo conocía bien, no se puso a discutir con él, sino que contestó esa pregunta con una historia: «Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. También un levita llegó a aquel lugar, y cuando lo vio, miró hacia otro lado y siguió caminando. Pero un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión.
Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, el samaritano sacó el equivalente al salario de dos días, se lo dio al dueño del alojamiento y le dijo: «Cuide a este hombre, y si gasta usted algo más, yo se lo pagaré cuando Vuelva “» (puedes leerlo en Lucas 10 25-37).
Luego Jesús le preguntó al maestro de la ley: «Pues bien, ¿cuál de esos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos?».
Y él respondió: «£l que tuvo compasión del herido y lo ayudó». Entonces Jesús le aconsejó’ «Pues ve y haz tú lo mismo».
Con este relato, Jesús nos enseñó que el «prójimo» es toda persona que esté cerca de nosotros (próximo a nosotros), es decir, toda persona que necesita nuestra ayuda y a quién, por lo tanto, deberíamos tratar del mismo modo como nos gusta que nos traten a nosotros.
Pídele a Jesús, en tu Diario de Oración, que te muestre a alguien a quien puedas ayudar hoy.