Durante más de mil años, los judíos habían esperado la venida del Salvador. En este acontecimiento habían cifrado sus mas gloriosas esperanzas. En cantos y profecías, en los ritos del templo y en las oraciones familiares, habían engastado su nombre. Y sin embargo, cuando vino, no le conocieron. El Amado del cielo fue para ellos como «raiz de tierra seca», sin «parecer en Él ni hermosura;» y no vieron en Él belleza que lo hiciera deseable a sus ojos. «A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron». Isaias 53:2; Juan 1:11.
Sin embargo, Dios habia elegido a Israel. Lo había llamado para conservar entre los hombres el conocimiento de su ley, así como los símbolos y las profecías que desfilaban al Salvador. Deseaba que fuese como fuente de salvación para el mundo (El Deseado de todas las gentes, p. 19).
Cuando Abraham recibió el llamamiento a ser un sembrador de la simiente de verdad, se le ordeno: «Vete de tu tierra y de tu parentela, y de Ia casa de tu padre, a Ia tierra que te mostraré». «Y salió sin saber dónde iba». Hebreos 11:8. Así el apóstol Pablo, orando en el templo de Jerusalén, recibió el mensaje de Dios: «Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los gentiles». Hechos 22:21. Así los que son llamados a unirse con Cristo deben dejarlo todo para seguirle a Él. Las antiguas relaciones deben ser rotas, deben abandonarse los planes de Ia vida, debe renunciarse a las esperanzas terrenales. La semilla debe sembrarse con trabajo y lagrimas, en la soledad y mediante el sacrificio (Palabras de vida del gran Maestro, p. 19).
El trabajar por la salvación de las almas es un empleo digno del más alto honor. No importa cual sea Ia forma de nuestra labor, ni entre que clase se verifique, ora sea elevada o humilde. A los ojos de Dios estas distinciones no afectan su verdadero valor. El alma sincera, ferviente y contrita, por ignorante que sea, es preciosa a Ia vista del Señor.
El pone su propia señal sobre los hombres, juzgandolos, no por su jerarquía, ni por su riqueza, ni por su grandeza intelectual, sino por su unidad con Cristo (Obreros evangélicos, p. 347).
Dios escogió a un pueblo ante todo el mundo, no únicamente para adoptar a sus hombres y mujeres como hijos suyos, sino para que el mundo recibiese por ellos Ia gracia que trae salvación. Tito 2: 11.
Cuando el Señor eligió a Abraham, no fue solamente para hacerlo su amigo especial; fue para que transmitiese los privilegios especiales que quería otorgar a las naciones. Dijo Jesus, cuando oraba por última vez con sus discípulos antes de Ia crucifixion: «Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en Ia verdad». Juan 17:19. Así también los cristianos que son purificados porIa verdad poseerán virtudes salvadoras que preservarán al mundo de Ia completa corrupción moral.
La sal tiene que unirse con Ia materia a Ia cual se Ia afiade; tiene que entrar e infiltrarse para preservar. Asi, por el trato personal llega hasta los hombres el poder salvador del evangelio. Nose sal van en grupos, sino individualmente. La influencia personal es un poder. Tenemos que acercarnos a los que queremos mejorar (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 33, 34).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2021. 4to Trimestre 2021 LA VERDAD PRESENTE EN DEUTERONOMIO« Lección 1: «“PREÁMBULO DE DEUTERONOMIO» Colaboradores: Misael Morillo & Meri Aviña