«El Señor le dijo: “No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón”» (1 Samuel 16:7)
MENSAJE:
El cielo se regocija cuando alabamos a Dios de todo corazón.
REFERENCIAS:
1 Samuel 13:1-13
Patriarcas y profetas, cap. 62, pp. 625-629
Creencias fundamentales 22,18,11
¿Has conocido alguna vez a alguien que parecería que te puede ver por dentro? ¿Crees que a esa persona le gustó lo que vio? ¿Te gusta lo que ves dentro de ti mismo? Imagina a David, el menor de una familia grande.
David agarró uno de sus ‘corderitos, dejó su arpa en el piso y respiró hondo. Estaba contento de encontrarse de nuevo con su rebaño. Una y otra vez recordaba lo que había sucedido el día anterior, intentando comprenderlo. David se encontraba tranquilo en el campo, con la mirada perdida, cuando había recibido la visita de un mensajero que le llevaba noticias: Samuel, el profeta, estaba en la ciudad y había invitado a la familia de David
Isaí, seguido por todos sus hijos en orden de mayor a menor, se colocaron junto al lugar de los sacrificios. Cuando Samuel vio al mayor de ellos, se entusiasmó. «Seguro que este es el que Dios ha elegido como futuro rey», pensó (1 Samuel16: 6). El Señor le había dicho anteriormente al profeta que Saúl· pronto dejaría de ser el rey de Israel. -Llena de aceite tu cuerno, y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos -le había dicho Dios (1 Samuel16: 1).
– ¿Y cómo voy a ir? -había respondido Samuel-. Si Saúl llega a enterarse, me matará (vers. 2). -Lleva una ternera -había indicado Dios-, y diles que vas a ofrecerle al Señor un sacrificio. Invita a Isaí al sacrificio, y entonces te explicaré lo que debes hacer, pues ungirás para mi servicio a quien yo te diga (vers. 3). Así que Samuel había obedecido la orden de Dios y se había dirigido a Belén. Los ancianos de la ciudad se alegraron cuando les dijo que había ido a ofrecer sacrificios.
Al ver a Eliab, Samuel oyó la voz de Dios, que le decía: -No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón (vers. 7).
Entonces Samuel vio a Abinadab, el segundo hijo de Isaí. -Este tampoco es el elegido del Señor -dijo el profeta. Luego Isaí presentó a Sama, y Samuel repitió: -Este tampoco es el elegido del Señor. Isaí mostró al profeta a sus siete hijos presentes, pero el profeta dijo que ninguno de ellos era el elegido por Dios como futuro rey.
– ¿Son estos todos tus hijos? -preguntó Samuel. -Solo falta el menor, David, que está atendiendo los rebaños en el campo -dijo Isaí. -Mándalo a buscar -ordenó el profeta- no podemos continuar hasta que él llegue.
Fue así como el mensajero llegó junto a David para darle la noticia de que el profeta estaba esperando por él. David se sorprendió muchísimo. «¿Para qué querrá verme el profeta de Dios? ¿Y quién cuidará de las ovejas si yo me voy?», pensaba. El mensajero se encargó de las ovejas y David salió rápidamente al encuentro del profeta.
En cuanto Samuel lo vio, revivió en él la esperanza. El hermoso y bronceado rostro de David estaba sudando tras la carrera, y Samuel se dio cuenta de que era un joven fuerte y sano, al igual que sus hermanos. Pero no se parecían en nada más. Había algo en la mirada de David que mostraba una belleza interior diferente. Tenía un aire de pureza e inocencia, de valor y cortesía.
-Úngelo -le indicó Dios al profeta Samuel-, porque él es el que yo he elegido como futuro rey. Samuel sacó su cuerno de aceite y, cuando tocó la cabeza de David, este se sintió profundamente conmovido de que Dios lo hubiera elegido a él, un simple pastorcito, el menor de sus hermanos, para ser algún día el rey de todo Israel.
Estaba rebosando de alegría, agradecimiento y alabanza a Dios. David regresó al monte con su rebaño, pero esta vez con la incertidumbre de qué sería lo que le depararía el futuro. Eso sí, sabía que Dios estaba con él.
Lección de Escuela Sabática para MENORES. 3rd. Trimestre 2021 <LA GRACIA DE DIOS NOS DA LA VICTORIA> Lección 12: «DE ADENTRO HACIA AFUERA» Colaboradores: Karla González & José Luis Rodríguez