Probablemente has notado que el pasaje clave de esta lección es casi idéntico al de la lección 2, pero con un cambio importante: «Al llamar” nuevo a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer» (Heb. 8: l3, NVI).
De las dieciocho comparaciones que hace Hebreos 7: 1- 10: 18 entre los pactos históricos antiguo y nuevo, solo una no presenta un contraste, sino un parecido exacto entre los dos. ¿Al estudiar el pasaje completo ¿has identificado cual es esa similitud?
Precisamente antes del anuncio divino de que el sistema ritual del antiguo pacto histórico era «obsoleto» (Heb. 8: l3), Dios repitió para su audiencia del NT su definición de «el nuevo pacto», es decir, las cuatro promesas divinas que hacen del nuevo pacto algo nuevo (Heb. 8: 10-12). ¡Las repitió porque esas promesas no eran nuevas! La primera expresión explícita ocurrió en el antiguo pacto histórico, el pacto del Sinaí (Lección 3). Las promesas eran implícitas antes del Sinaí y fueron reiteradas en numerosas ocasiones después del Sinaí en varios contextos del AT (Mac Carty, In Granite or ingrained, p. 304). Dios quería recordarles o informar les a sus hijos del NT que la esencia de su pacto, el evangelio, no había cambiado, ¡porque él mismo no habla cambiado! Su «pacto eterno» se había originado en el concilio celestial divino desde la eternidad. El mismo pacto se anunció por primera vez a Adán y Eva, después de su caída, en un protoevangelio (primer evangelio), un primer pacto de gracia (Gén. 3: 15). Ese pacto o alianza había sido revelado gradualmente, añadiendo más detalles a través de otros pactos hasta llegar a un momento actual. Jesús, el Dios del Antiguo Testamento, había venido a morar entre nosotros, y las promesas del pacto en él se habían convertido en afirmaciones positivas (2 Cor. 1: 20), un hecho que las convertía en «nuevas»; no diferentes, sino «nuevas», de la misma manera que Juan expresó el mandamiento de «amarse los unos a los otros», que ya se conocía «desde el principio», convirtiéndolo en «un mandamiento nuevo» una vez que lo vimos manifestado en la vida de Jesús (1 Juan 2: 7, 8; 2 Juan 5, 6); era el mismo mandamiento, ¡ pero nuevo! Una vez que Jesús llegó a formar parte de la historia de la humanidad, el pacto de gracia sobre el cual se elaboraron los pactos con Adán, Abraham e Israel se convirtió en un «nuevo pacto». El evangelio es el mismo en todo momento, las promesas son las mismas y la ley moral (la transcripción del carácter de Dios que prometió reescribir en el corazón de cada creyente) sigue siendo la misma en todos los pactos que Dios hizo con la humanidad. Sin embargo, cuando Jesús hizo su aparición, la alianza divina se convirtió en algo «nuevo» y «mejor».
La vida de Jesús entre nosotros constituyó un desinteresado ministerio de servicio a la humanidad en perfecta obediencia a Dios. Él se mostró «obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz» (Fil. 2: 8). El pacto de gracia que la expresión del amor de Dios por los pecadores y su compromiso de redimidos, que había estado latente en su alianza eterna desde el principio de los tiempos, y se había convertido en una «nueva alianza», «una mejor alianza. que se establecía sobre mejores promesas» con una «mejor esperanza» (Heb. 7: 18-22: 8: 6). ¿Cómo es eso? Debido a que el pacto y sus promesas ahora habían sido ratificados por la sangre de Jesús , es que el libro de Hebreos se atreve a mencionar no solo «la sangre del pacto» (10: 29, NBLA), sino «la sangre del pacto eterno» (13: 20). «Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abraham, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por (el no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo» (Elena G. de White, La maravillosa gracia de Dios, p. 35).
La muerte de Cristo, su «sangre del pacto eterno», tuvo el efecto de reafirmar la misma alianza divina con la misma ley moral, las mismas promesas y el mismo «nuevo» evangelio eterno, mientras todos permanecieron igual. No solo habíamos visto las promesas del pacto y la ley cumplidas en su vida. sino que también el pacto en sí había sido «ratificado», lo que significa que se hizo efectivo y vinculante de manera irrevocable por el sacrificio de Cristo.
¿Cómo explicarías las diferencias entre lo que se ha convertido en «obsoleto» en el pacto histórico, y lo que no ha variado?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021.
2do. trimestre 2021 “Descifrando los Pactos”
Lección 11«EL VERDADERO «CONFLICTO» ENTRE LOS PACTOS» Colaboradores: Israel Esparza & Mayra Cota