Los comentarios acerca de los pactos bíblicos a menudo eluden, o tratan a la ligera, un componente importancia del pacto divino, porque a menudo el mismo se malinterpreta. En gran medida ignoran las bendiciones del pacto al rendirle una fiel obediencia (Lev. 26: 1-13), así como las maldiciones por serle infiel (Lev. 26: 14 – 45: Deut. 28: 1- 68).
Es fundamental entender que las maldiciones por la infidelidad at pacto no constituían las amenazas de un Dios enojado y hambriento de poder, sino las advertencias que brinda un Padre amoroso a sus hijos propensos a comportarse de forma autodestructiva. Describen, por un lado, las consecuencias naturales de la vida que carece de la protección divina y que son causadas por la infidelidad, mientras que por otro lado observamos la promesa de un protocolo disciplinario cuidadosamente administrado: un conjunto de intervenciones divinas que pueden ser necesarias para salvar a sus hijos de la autodestrucción total. Así es como se explicó y entendió el componente disciplinario en el pacto del Sinaí «Dense cuenta de que el Señor su Dios los ha corregido del mismo modo que un padre corrige a su hijo» (Deut. 8: 5).
En cinco de sus seis apariciones en el Nuevo Testamento el término poesía se traduce correctamente como «disciplina», en la mayoría de las versiones de la Biblia. Curiosamente, cuatro de ellas ocurren en el pasaje clave de la presente lección, Hebreos 12: 5-11. El libro de Hebreos contiene sus propios mensajes de advertencia disciplinaria, que deben entenderse en un contexto de pacto (Heb. 2: 1-4; 3: 5-6; 4 11-13; 6: 4-8: 10: 26-31; 12: 25-29; de igual manera otros pasajes del Nuevo Testamento contienen advertencias adicionales). Esta lección examina el a menudo ignorado componente disciplinario del pacto divino.
La primera aparición en el Nuevo Testamento del término paideia, «disciplìna», exhorta a los padres a que no hagan enojar a sus hijos, sino a que los eduquen «con la disciplina y la instrucción que quiere el Señor» (Efe. 6: 4). Esto implica que cuando los padres «disciplinan» de igual manera que Dios lo hace, no «harán enojar a sus hijos».
El segundo y único otro uso de paideia en el Nuevo Testamento, a excepción de Hebreos 12: 5-11, lo encontramos en 2 Timoteo 3: 16. Ese es un texto clave para entender la forma en que Dios corrige y disciplina, así como para entender el uso de paideia en el Nuevo Testamento: «Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar (paideia) en una vida de rectitud». En este texto, se describe el protocolo disciplinario del pacto divino: 1) comienza con «enseñar» el camino de vida seguro y productivo, el camino correcto (a través de la meditación diaria en las Escrituras, mentores piadosos, etc.); 2) si se ignora o se pasa por alto esta enseñanza, la «reprensión» se hace necesaria para guiar al amado a caminos seguros de regreso, delicada pero firmemente; 3) si la reprensión es ignorada o desatendida, entonces habrá que ‹corregir», a menudo será algo doloroso, e inicialmente no deseado. Esta acción se realizará como una advertencia más intensa de que si se sigue el curso actual de descuido y desobediencia habrá problemas aún más graves por delante, en especial a largo plazo; y finalmente, 4) asumiendo que la Combinación previa, y apropiadamente necesaria, de pasos en el protocolo disciplinario fue exitosa, el receptor ha sido o puede ser ahora «educado» (paideia), completamente preparado «para hacer toda clase de bien» (2 Tim. 3:17).
Tengamos en cuenta ese protocolo disciplinario divino de cuatro pasos, mientras examinamos la hermosa y magnífica forma en que funciona en nuestras vidas, ya que somos copartícipes del pacto divino.
Copia Hebreos 12: 1-17 de tu versión favorita de la Biblia.
En caso que desees abreviar, copia únicamente Hebreos 12: 5-11.
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021.
2do. trimestre 2021 “Descifrando los Pactos”
Lección 12«EL VERDADERO «CONFLICTO» ENTRE LOS PACTOS» Colaboradores: Israel Esparza & Mayra Cota