Esta forma de casarse y darse en matrimonio es una de las tretas especiales de Satanás y casi siempre tienen éxito sus planes. Experimento una sensación de la más penosa impotencia cuando las partes vienen a consultarme a este respecto. Puedo decirles las palabras que Dios quiere que les diga; pero ellos ponen en duda cada punto, y defienden el buen criterio de sus propósitos; y finalmente los realizan.
Parecen no tener poder para vencer sus deseos e inclinaciones, y se quieren casar a toda costa. No consideran con oración y cuidado el asunto, entregándose en las manos de Dios para ser guiados y manejados por su Espíritu. No parecen tener presente el temor de Dios. Creen entender plenamente el asunto, sin la sabiduría de Dios ni el consejo del hombre.
Cuando es demasiado tarde descubren que han cometido un error, y que han puesto en peligro su felicidad en esta vida y la salvación de sus almas. No quisieron admitir que alguien, fuera de ellos, pudiese saber algo en cuanto al asunto, cuando si hubiesen aceptado los consejos, se habrían ahorrado años de ansiedad y penas. Pero son inútiles los consejos dados a aquellos que están resueltos a hacer su voluntad. A tales individuos, la pasión los hace pasar por encima de todas las barreras que puedan oponer la razón y el criterio.