Pablo aprendió que no había poder en la ley para perdonar al transgresor de ella. “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado”. Romanos 3:20.
El Señor vio nuestra condición caída. Vio nuestra necesidad de gracia, y porque amaba our almas, nos ha dado gracia y paz. La gracia significa un favor para alguien que no lo merece, para alguien que está perdido. El hecho de que seamos pecadores, en vez de rechazarnos apartándonos de la misericordia y del amor de Dios, hace que la práctica del amor de Dios sea para nosotros una necesidad positiva a fin de que seamos salvados. Cristo dice: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”. Juan 15:16 (Mensajes selectos, t. 1, págs. 407, 408).
La obra de ganar la salvación es una operación mancomunada. Debe haber cooperación entre Dios y el pecador arrepentido. Es necesario para la formación de principios rectos de carácter. El hombre debe hacer fervientes esfuerzos para vencer lo que le impide obtener la perfección. Pero depende enteramente de Dios para alcanzar el éxito. Los esfuerzos humanos, por sí solos, son insuficientes. Sin la ayuda del poder divino, no se conseguirá nada. Dios obra y el hombre obra. La resistencia a la tentación debe venir del hombre, quien debe obtener su poder de Dios. Por un lado hay sabiduría, compasión y poder infinitos, y por el otro, debilidad, perversidad, impotencia absoluta.
Dios desea que tengamos dominio sobre nosotros mismos, pero no puede ayudarnos sin nuestro consentimiento y cooperación. El Espíritu divino obra por medio de los poderes y facultades otorgados al hombre. Por naturaleza, no estamos capacitados para armonizar nuestros propósitos, deseos e inclinaciones con la voluntad de Dios; pero si tenemos el deseo de que Dios cree en nosotros la voluntad, el Salvador lo hará por nosotros, “destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento a la obediencia de Cristo”. 2 Corintios 10: 5 (Hechos de los apóstoles, págs. 384, 385).
La justificación por la fe en Cristo se manifiesta en la transformación del carácter. Esta es para el mundo la señal de la verdad de las doctrinas que profesamos. La evidencia diaria de que somos una iglesia viviente se ve en el hecho de que practicamos la Palabra. Un testimonio viviente se manifiesta al mundo en una acción cristiana consecuente …
Este tema se comprende en forma tan confusa, que miles y más miles que pretenden ser hijos de Dios son hijos del maligno, porque quieren depender de sus propias obras. Dios siempre demanda buenas obras, la ley las demanda; pero como el hombre entró en pecado, donde sus obras no tenían valor, solo puede valer la justicia de Cristo. Cristo puede salvar hasta lo sumo porque siempre vive para interceder por nosotros (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, pp. 1070, 1071).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2021. 2nd Trimestre 2021 LA PROMESA «EL PACTO DEL DIOS ETERNO« Lección 7: «“EL PACTO EN EL SINAÍ”» Colaboradores: Lorenia Beltran & Meri Ruiz