Tomen tiempo para comenzar su trabajo con oración cada mañana. No piensen que es una pérdida de tiempo; son momentos que vivirán durante las edades eternas. De este modo se tendrá éxito y se obtendrán victorias espirituales. La maquinaria responderá al toque de la mano del Maestro. Verdaderamente vale la pena solicitar la bendición de Dios, y el trabajo no puede ser bien hecho a menos que se comience bien. Cada obrero debe fortalecer sus manos y purificar su corazón antes de que el Señor pueda utilizarlo efectivamente.—Testimonios para la Iglesia 7:185.
″Pocos aprecian el privilegio de orar″
Debemos velar, obrar y orar como si este fuese el último día que se nos concede. ¡Qué intenso fervor habría entonces en nuestra vida! ¡Cuán estrechamente seguiríamos a Jesús en todas nuestras palabras y acciones!
Son pocos los que aprecian o aprovechan debidamente el precioso privilegio de la oración. Debemos ir a Jesús y explicarle todas nuestras necesidades. Podemos presentarles nuestras pequeñas cuitas y perplejidades, como también nuestras dificultades mayores. Debemos llevar al Señor en oración cualquier cosa que se suscite para perturbarnos o angustiarnos. Cuando sintamos que necesitamos la presencia de Cristo a cada paso, Satanás tendrá poca oportunidad de introducir sus tentaciones. Su estudiado esfuerzo consiste en apartarnos de nuestro mejor Amigo, el que más simpatiza con nosotros. A nadie, fuera de Jesús, deberíamos hacer confidente nuestro. Podemos comunicarle con seguridad todo lo que está en nuestro corazón.—Testimonios para la Iglesia 5:187.