¡Dios nos hubiera dado una definición clara del nuevo pacto Espera un momento!, ¡nos la dio! En los versículos clave de esta semana, ¡Dios mismo define el nuevo pacto! Sin ambigüedad, con total claridad. Nos dio una definición sencilla que casi todo el mundo puede entender. Pero antes de llegar a la definición propiamente dicha, aquí hay una breve historia de fondo. Dios primero anunció y definió el nuevo pacto en el AT a través de Jeremías (ver Jer. 31: 33-34). Hebreos, en el NT, toma esa definición de Jeremías. En la cita del AT más extensa que hay en todo el NT, Hebreos 8: 7-12 cita a Jeremías 31: 31-34 casi palabra por palabra. Dios define el «nuevo pacto» (Heb. 8: 8) como cuatro promesas que hace a su pueblo.
Promesa 1: Dios escribirá sus leyes en sus corazones (Heb. 8: 10) para hacerlos santos, para armonizar sus corazones y caracteres con los de él. Cuando Dios le dio a Israel su ley en el Sinaí, la gente respondió de inmediato: «¡Haremos todo lo que el Señor ha ordenado! […] Pondremos toda nuestra atención en hacer lo que el Señor ha ordenado» (Exo. 24: 3, 7); como diciendo: «Dios, está bien; todo lo entendemos». Pero no eran tan buenos ni lo habían entendido todo (recuerda el incidente del becerro de oro). Dios quiere que sepan que no les dio su ley para desafiarlos a guardarla, «pues él sabe de qué estamos hechos: sabe bien que somos polvo» (Sal. 103: 14). Les dio su ley como una promesa respecto al tipo de personas que haría de ellos si confiaban y creían en él: «Pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil. Pondré en ustedes mi espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos» (Eze. 36: 26-27).
Promesa 2: Él promete ser su Dios y hacerlos su pueblo (Heb. 8: IO) para reconciliarlos consigo mismo. Isaías declaró: «Las maldades cometidas por ustedes han levantado una barrera entre ustedes y Dios» (Isa. 59: 2), y esta es la condición más vulnerable para las personas que viven en un entorno hostil como lo es nuestro mundo. Dios dice: «Quiero ser tu escudo y refugio. Confía en mí; déjame hacer mi obra en ti». Luego nos reconciliaría mediante la muerte de Cristo en la cruz (2 Cor. 5: 17-21).
Promesa 3: Dios promete revelarse a todo el mundo y promete que llegará el día en que eso ya no será necesario, porque todos lo conocerán, desde el más pequeño hasta el mayor (Heb 8: 11): la armonía del Edén será restaurada. Hasta ese día de consumación final, él invita a aquellos que ya lo conocen a unirse a él y a otros creyentes en su misión, para que den a conocer a Dios en sus propios círculos de influencia (Mat. 28: 19-20).
Promesa 4: Dios promete perdonar nuestras transgresiones y no recordarlas más (Heb. 8: 12), a fin de justificarnos para que estemos ante él como si nunca hubiéramos pecado. En algún momento de la historia de la humanidad, el mismo forjador de aquella alianza vino del cielo a la tierra para derramar su «sangre del pacto eterno» con el fin de que esto fuera posible y de que nos fuera más difícil resistirnos a él.
Estas cuatro promesas proclaman a gran voz que Dios se ha asegurado de que todo el que realmente desee estar en su reino eterno pueda estarlo. Él y todos sus recursos se han comprometido para que esto suceda. Dios mismo define el nuevo pacto mediante estas cuatro promesas; ellas son el ADN del nuevo pacto. En resumen, ¡el nuevo pacto es el mismo evangelio! ¿por qué tan pocos cristianos saben esto? Dios no podría haberlo dejado más claro. ¿será que alguna fuerza siniestra está obrando para embotar nuestras mentes y oscurecer nuestros corazones al evangelio? ¿Pretende esa fuerza que no escuchemos el evangelio, no lo entendamos, no lo creamos, no caminemos en él y no recibamos la herencia preparada para nosotros desde la fundación del mundo?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021. 2do. trimestre 2021 “Descifrando los Pactos” Lección 2 «LAS DEFINICIONES DEL NUEVO PACTO» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo