«Los que tienen hambre y sed de justicia, los que suspiran por Dios, pueden estar seguros de que serán saciados. El corazón tiene que estar abierto a la influencia del Espíritu; de otra manera no puede recibir las bendiciones de Dios. […] Somos tan cortos de vista y propensos a errar, que algunas veces pedimos cosas que no serían una bendición para nosotros, y nuestro Padre celestial contesta con amor nuestras oraciones dándonos aquello que es para nuestro mejor bien, aquello que nosotros mismos desearíamos si, iluminados de celestial saber, pudiéramos ver todas las cosas como realmente son. Cuando nos parezca que nuestras oraciones no son contestadas, tenemos que aferrarnos a la promesa; porque el tiempo de recibir la respuesta ciertamente llegará y recibiremos las bendiciones que más necesitamos. Por supuesto, pretender que nuestras oraciones sean siempre contestadas en la misma forma y según aquello en concreto que anhelamos, es presunción. Dios es demasiado sabio para equivocarse, y demasiado bueno para negar un bien a los que andan en integridad. Así que no temas confiar en él, aunque no veas la respuesta inmediata a tus oraciones. […]
»Por la oración sincera nos ponemos en comunicación con la mente del Infinito. Quizás no tengamos al instante alguna prueba notable de que el rostro de nuestro Redentor se inclina hacia nosotros con compasión y amor; y sin embargo es así. Tal vez no sintamos su toque manifiesto, pero su mano se extiende sobre nosotros con amor y piadosa ternura. […] Dondequiera que estemos podemos estar en comunión con Dios. Hemos de tener abierta de continuo la puerta del corazón e invitar siempre al Señor Jesús a venir y morar en nuestra alma como huésped celestial. […]
»Presenta a Dios tus necesidades, tristezas, gozos, preocupaciones y temores. No puedes incomodarlo ni agobiarlo. El que tiene contados los cabellos de tu cabeza no es indiferente a las necesidades de sus hijos. “Es que el Señor es muy compasivo y misericordioso». Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas, incluso cuando las presentamos delante de él. Llévale todo lo que confunde. No haynada que sea tan pesado que él no lo pueda soportar, pues sostiene los mundos y rige todos los asuntos del universo. Nada que de alguna manera afecte nuestra paz, es tan pequeño que él no lo note. No hay en nuestra experiencia ningún episodio tan oscuro que él no lo pueda leer, ni perplejidad tan grande que no la pueda solventar. Ninguna calamidad puede ocurrirle al e más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de los labios, sin que el Padre celestial lo perciba y sin que tome en ello un interés inmediato. Él “restaura a los abatidos y cubre sus heridas”. Las relaciones entre Dios y cada una de las almas son tan especiales y únicas como si no hubiera habido otra alma de la que ocuparse ni por la cual entregar a su Hijo amado».-ELENA G. DE WHm, El camino a Cristo, cap. 11, pp. 140-154
¿Qué convicciones has experimentado en tu vida espiritual interna?
¿Qué aplicaciones prácticas necesitas hacer en tu vida espiritual «externa»?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021. 2do. trimestre 2021 “Descifrando los Pactos” Lección 2 «LAS DEFINICIONES DEL NUEVO PACTO» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo