Muchos se quejan de que Jesús está muy lejos. ¿Quién lo ha colocado tan lejos? ¿No ha sido vuestra propia conducta la que os ha separado de Jesús? Él no os ha olvidado, sino que vosotros lo habéis olvidado a él, para dedicar vuestras preferencias a otros… Cuando erráis de un lado a otro, y estáis encantados con la voz del seductor, y fijáis vuestros afectos sobre una cosa sin importancia, estáis en peligro de perder vuestra paz y confianza en Dios. Entonces es cuando Satanás os presenta el pensamiento de que Jesús os ha olvidado. ¿Pero no habéis olvidado vosotros a Jesús?… No nos atrevamos a dejar que su nombre languidezca en nuestros labios, y su amor y recuerdo muera en nuestros corazones (Nuestra elevada vocación, p. 32).
Si se aparta del transgresor no es porque no esté dispuesto a perdonarlo; es porque el pecador se niega a valerse de las abundantes bendiciones de la gracia; y por tal motivo Dios no puede librarlo del pecado. “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni hace agravado su oído para oír: Mas vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oír”. Isaías 59:1, 2…
Isaías señaló a la atención del pueblo la debilidad de su posición entre las naciones de la tierra; y le demostró que ella era resultado de la impiedad manifestada por los dirigentes… “Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová”. Isaías 3:1-4, 8 (Profetas y reyes, pp. 238, 239).
Los ojos de Adán y Eva fueron realmente abiertos, pero ¿para qué? Para ver su propia vergüenza y ruina, para comprender que el ropaje de luz celestial que los había protegido ya no los rodeaba como una salvaguardia. Sus ojos se abrieron para ver que su desnudez era el fruto de la transgresión. Cuando oyeron a Dios en el jardín se ocultaron de él, porque anticipaban aquello que antes de su caída no habían conocido: la condenación de Dios…
Después de la caída Cristo se convirtió en el instructor de Adán. Actuó en lugar de Dios para con la humanidad, salvando a la raza de la muerte inmediata. Tomó sobre sí el oficio de mediador. A Adán y Eva se les concedió un tiempo de prueba para volver a su lealtad, y en este plan se abarcó a toda su posteridad.
Sin la expiación del Hijo de Dios no podría haber habido comunicación de bendición o salvación de Dios al hombre. Dios estaba celoso por el honor de su ley. La transgresión de la misma había causado una terrible separación entre Dios y el hombre. A Adán, en su inocencia, se le otorgaba comunión directa, libre y feliz con su Hacedor. Después de su transgresión, Dios se comunicaría con el hombre solo mediante Cristo y los ángeles (Conflicto y valor, p. 20).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
1re. Trimestre 2021 ISAÍAS: «CONSOLAOS, PUEBLO MÍO«
Lección 12: «“EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES”»
Colaboradores: Esther Jiménez & Meri Ruiz