«Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo». Salmo 46: 4
EL PROFETA CONTEMPLA «un río limpio, de agua de vida, resplandeciente como cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero» (Apoc. 22: 1). «Y a uno y otro lado del río estaba el árbol de la vida» (vers. 2). «Y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron» (Apoc.21: 4). Aquel día dirás: «Aquí está nuestro Dios, esperábamos que él nos salvara. El es el Señor, nuestra esperanza, celebremos alegres su victoria» (Isa. 25: 9, LPH)». — La educación, cap. 35, pp. 272 – 273. iQuién me diera palabras para expresar la gloria del impresionante mundo venidero! Estoy sedienta de las vivas corrientes que alegran la ciudad de nuestro Dios. — Primeros escritos, cap. 4, p. 62. Que todo lo que hay de hermoso aquí en nuestra terrenal estadía nos evoque el río cristalino y las verdes campiñas, las ondeantes copas de los frondosos árboles y las puras aguas de los ricos manantiales, la resplandeciente ciudad y los coros de cantores de vesti• duras blancas de nuestra patria celestial, ese mundo de incomparable belleza que ningún artista puede fijar en lienzo, y que ninguna lengua mortal puede describir. — Consejos para los maestros, cap. 6, p. 54, adaptado.
«Llénense de alegría, porque voy a crear algo nuevo. Voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Todo lo del pasado será olvidado, y nadie lo recordará más. Voy a crear una nueva Jerusalén; será una ciudad felizy en ella vivirá un pueblo alegre». Isaías 65: 17 – 18, TLA
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Devocional Vespertino Para 2017.
“Una Religion Radiante”
Por: Elena G. de White