Una vez más, la figura del Señor en este pasaje es poderosa y compleja.En primer lugar, y sobre todo, el Señor es el único Dios. No hay otros dioses y cualquier insinuación contraria a esto es una mentira del diablo. Además, lo que más anhela el Señor es una verdadera e íntima relación con su pueblo; quiere estar cerca de cada uno de nosotros (Deut. 4: 10). Esto tal vez nos da una pista sobre el insidioso mal de la idolatría: en lugar de acercar nuestros corazones a Dios, la idolatría nos aleja de lo que realmente el Dios: la idolatría significa que nos estamos enfocando en una imagen, en un objeto o copia falsa, en lugar de en el verdadero Dios personal. Dios no puede ser exhibido o adorado en una forma, porque él es todopoderoso, omnisciente y amoroso. Dios obra poderosos milagros por su pueblo, los cuales son fáciles de olvidar si se está observando a una estatua. Dios nos habla en nuestros corazones mediante su Palabra, atravesó de otras personas e incluso de forma milagrosa. Dios quiere rescatarnos de nuestra rebuscada y errónea opinión de quién es él, y darnos imponentes vi- siones de su amor, misericordia y compasión.
El Señor es misericordioso. A pesar de que el pueblo Se había sumido en la rebelión y continuaría traicionándolo, Dios les muestra compasión y amor (vers. 29-31). Dios los sacó de Egipto para que fueran su pueblo y esta liberación debía ser el fundamento de su fe. Fundamentados en los actos pasados de Dios a favor de ellos, debían mirar hacia el futuro esperando más milagros, con una mayor fe. En vez de menospreciar el pacto, debían ver el compromiso supremo de Dios por salvarlos, el cual nunca se basa en obras humanas. Este amor y esta salvación habían de cambiar sus corazones y despertar en ellos el correspondiente deseo de amar a Dios, manifestado en hechos de obediencia y gratitud motivados por el amor.
La Torá de Dios es justa y verdadero. Las leyes no son una carga para el pueblo, sino que son para liberarlos. Los israelitas no acatan la Torá para ser salvos, sino porque ya son salvos. Cuando el pueblo derrame sus corazones y sus vidas en una relación con Dios, siempre lo encontrarán, dispuesto a entrar en sus corazones y restaurar los de nuevo.
Reflexiona de nuevo en Deuteronomio 4: 7-40 y trata de identificar a Jesús en el texto.
¿Cómo es que la misericordia de Jesús es el fundamento de tu fe?
¿En qué sentido puedes ver a Jesús en forma diferente o identificar algún rasgo de él?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021. 4to. trimestre 2021 INVERSO Lección 2«LA REBELION Y LAS CONSECUENCIAS » Colaboradores: Israel Esparza & Mayra Cota