El pacto que Dios hizo con su pueblo e el Sinaí ha de ser nuestro refugio y defensa. El Senor le dijo a Moises: «Asi diras a la casa de Jacob, y anunciaras a los hijos de Israel:
Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traido a mi. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros sen!is mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa» . ..
Este pacto tiene tanta fuerza hoy día como Ia tuvo cuando el Señor lo hizo con el antiguo Israel…
Este es el voto que el pueblo de Dios hade hacer en estos últimos días. Que Dios los acepte depende de un tiel cumplimiento de los términos de su convenio con el. Dios incluye en su pacto a todos los que le obedecen. Para todos los que hacen justicia y juicio, preservante su mano de hacer cualquier mal, Ia pro mesa es: «Yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les dare, que nunca perecera» (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1117).
Si los israelitas hubiesen obedecido los requisitos de Dios, hubieran sido cristianos prácticos. Habrian sido felices pues habrian estado siguiendo por los caminos de Dios y no las inclinaciones de sus propios corazones naturales. Moisés no los dejo que interpretaran erróneamente las palabras del Senor o que aplicaran mal sus requisitos. Escribió todas las palabras del Señor en un libro para que se pudiera hacer referencia a Elías después. En el monte las había escrito como las dictó Cristo mismo.
Valientemente los israelitas pronunciaron las palabras que prometian obediencia al Señor, después de escuchar el pacto divino leído a oídos del pueblo. Dijeron: «Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos». Entonces, el pueblo fue puesto aparte y sellado para Dios. Se ofreció un sacrificio al Senor. Se asperjo sobre el altar una porción de Ia sangre del sacrificio. Esto significaba que el pueblo se había consagrado – cuerpo, mente y alma- a Dios. Una porción fue asperjada sobre el pueblo. Esto significaba que mediante la sangre asperjada de Cristo, Dios bondadosamente los aceptaba como su tesoro especial. Así los israelitas entraron en un pacto solemne con Dios (Comentarios de Elena G. de White en Comentario Bíblico Adventista Del Septimo dia, t. 1 , p. 1121 ).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2021. 4to Trimestre 2021 LA VERDAD PRESENTE EN DEUTERONOMIO« Lección 1: «“PREÁMBULO DE DEUTERONOMIO» Colaboradores: Misael Morillo & Meri Aviña