La Oración Para el: 09 septiembre
Cuando pedimos bendiciones terrenales, tal vez la respuesta a nuestra oración sea dilatada, o Dios nos dé algo diferente de lo que pedimos, pero no sucede así cuando pedimos liberación del pecado. Él quiere limpiarnos del pecado, hacernos hijos suyos y habilitarnos para vivir una vida santa. Cristo “se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro”. Gálatas 1:4. Y “esta es la confianza que tenemos en él, que si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado”. 1 Juan 5:14, 15. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad”. 1 Juan 1:9.—El Deseado de Todas las Gentes, 231, 232.
Tan pronto como un hijo de Dios se acerca al propiciatorio, llega a ser cliente del gran Abogado. Cuando pronuncia su primera expresión de penitencia y súplica de perdón, Cristo acepta su caso y lo hace suyo, presentando la súplica ante su Padre como su propia súplica.—Joyas de los Testimonios 3:29.
Contadle a Jesús con sinceridad vuestras necesidades. No se requiere de vosotros que sostengáis una larga controversia con Dios, o que le prediquéis un sermón, sino que, con un corazón afligido a causa de vuestros pecados, digáis: “Sálvame, Señor, o pereceré”. Para estas almas hay esperanza. Ellas buscarán, pedirán, golpearán y encontrarán. Cuando Jesús haya quitado la carga del pecado que quebranta el alma, experimentaréis la bendición de la paz de Cristo.— Dios nos Cuida, 111.
Cuando, al considerar la pecaminosidad del pecado, caemos impotentes ante la cruz pidiendo perdón y fuerza, nuestra oración es escuchada y contestada. Los que presentan sus peticiones a Dios en el nombre de Cristo nunca serán rechazados. El Señor dice: “Al que a mí viene, no le echo fuera”. Juan 6:37. “Habrá considerado la oración de los desvalidos”. Salmos 102:17. Nuestro auxilio viene de Aquel que tiene todas las cosas en sus manos. La paz que nos envía es la seguridad de que nos ama. Nada puede ser más impotente y sin embargo más invencible que la persona que siente su insignificancia, y se apoya totalmente en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. Dios enviaría a cada ángel del cielo para ayudar a quien depende totalmente de Cristo antes de permitir que sea vencido.—Recibiréis Poder, 360.
Quien solicita perdón ha de tener una actitud perdonadora
Cuando imploramos misericordia y bendición de Dios, debemos tener un espíritu de amor y perdón en nuestro propio corazón. ¿Cómo podemos orar: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12) y abrigar, sin embargo, un espíritu que no perdona? Si esperamos que nuestras oraciones sean oídas, debemos perdonar a otros como esperamos ser perdonados nosotros.—El Camino a Cristo, 97.
Al terminar el Padre nuestro, añadió Jesús: “Porque si perdo- náis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofen- sas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. El que no perdona suprime el único conducto por el cual puede recibir la misericordia de Dios. No debemos pensar que, a menos que confiesen su culpa los que nos han hecho daño, tenemos razón para no perdonarlos. Sin duda, es su deber humillar sus corazones por el arrepentimiento y la confesión; pero hemos de tener un espíritu compasivo hacia los que han pecado contra nosotros, confiesen o no sus faltas.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 97.
En la oración que Jesús enseñó a sus discípulos, dijo: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. No podemos repetir esta oración de corazón y atrevernos a ser implacables, porque pedimos al Señor perdonar nuestras ofensas de la misma manera que nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Pero pocos se dan cuenta de la verdadera importancia de esta oración. Si los que son implacables comprendiesen la profundidad de su significado, no se atreverían a repetirla y pedir a Dios que los trate como ellos tratan a sus semejantes.—Testimonies for the Church 3:95.
Necesitamos examinar nuestros corazones como una preparación para presentarnos ante Dios en oración, para conocer en qué actitud de espíritu nos encontramos. Y si no perdonamos a otros, nuestra petición por perdón será desoída. “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Cuando nosotros, como pecadores, nos acercamos al propiciatorio, no podemos expresar el sentimiento de esta petición si no hay perdón en nuestros corazones para todos aquellos que nos han ofendido. Acerca de esta petición comenta Jesús: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.—The Signs of the Times, 21 de agosto de 1884.
#LaOración
#RadioJovenAdventista
#MeditacionesDiarias
LA ORACIÓN
CAPÍTULO 23- “LA ORACIÓN PIDIENDO PERDÓN ”
Por: Elena G De White
Colaboradores: Adriana Jiménez & América Lara
Recibe gratis nuestros matinales, cada mañana, en tu correo electrónico.
Solo ingresa tu dirección y haz clic en suscribir, luego recibirás un correo con las instrucciones para confirmar tu suscripción: