Era el propósito de Dios que su gracia se revelara entre los gentiles tanto como entre los israelitas. Esto había sido anunciado claramente en las profecías del Antiguo Testamento…
Pablo compara el residuo de Israel a un noble olivo, algunas de cuyas ramas habían sido cortadas. Compara a los gentiles a las ramas de un olivo silvestre, injertadas en la cepa madre. “Que si algunas de las ramas fueron quebradas – escribe a los creyentes gentiles, y tú, siendo acebuche, has sido ingerido en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la grosura de la oliva; no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron quebradas para que yo fuese ingerido… Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente en los que cayeron; mas la bondad para contigo, si permanecieres en la bondad; pues de otra manera tú también serás cortado”.
Por la incredulidad y el rechazamiento del propósito del Cielo para con él, Israel como nación había perdido su relación con Dios. Pero Dios podía unir a la verdadera cepa de Israel las ramas que habían sido separadas de la cepa madre: el residuo que había permanecido fiel al Dios de sus padres (Los hechos de los apóstoles, pp. 302, 303).
Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Gálatas 3:26-28.
El secreto de la unidad se halla en la igualdad de los creyentes en Cristo. La razón de toda división, discordia y diferencia se encuentra en la separación de Cristo. Cristo es el centro hacia el cual todos debieran ser atraídos, pues mientras más nos acercamos al centro, más estrechamente nos uniremos en sentimientos, simpatía, amor, crecimiento en el carácter e imagen de Jesús. Dios no hace acepción de personas…
Todos los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la redención. Cristo vino para demoler todo muro de separación, para abrir todo departamento del templo, para que cada alma pudiese tener libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo, tan completo, que penetra por doquiera (That I May Know Him, p. 99; parcialmente en A fin de conocerle, p. 99).
Por su vida, Cristo estableció una religión sin casta, merced a la cual judíos y paganos, libres y esclavos quedan unidos por un vínculo fraternal de igualdad delante de Dios. Ningún exclusivismo influía en sus actos. No hacía ninguna diferencia entre prójimos y extraños, amigos o enemigos. Su corazón era atraído hacia toda alma que tuviese sed del agua de la vida.
No menospreciaba a ser humano alguno, y procuraba aplicar a toda alma la virtud sanadora… Procuraba hacer nacer la esperanza en el más rústico de los hombres y en aquel que menos esperanza daba, asegurándoles que podían tomarse irreprensibles e inofensivos, y adquirir un carácter que les hiciera hijos de Dios (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 153).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
1re. Trimestre 2021 ISAÍAS: «CONSOLAOS, PUEBLO MÍO«
Lección 13: «“EL NUEVO NACIMIENTO DEL PLANETA TIERRA”»
Colaboradores: Esther Jiménez & Meri Ruiz