Un componente clave de presentarnos a Dios como sacrificios vivos es entendernos a nosotros mismos. Para esto, debemos tener cuidado de no tener un concepto más alto de nosotros de lo que deberíamos. Por otra parte, tampoco debemos denigrarnos innecesariamente. Parece que normalmente caemos en una u otra trampa: abrazamos el orgullo o la desesperación. En lugar de caer en una de estas trampas, debemos esforzarnos por hacer una autoevaluación precisa (Rom. 3). Una autoevaluación precisa solo 12: es posible cuando pensamos de nosotros mismos en relación al don de la fe que Dios nos ha dado (12: 3).
Por fe, podemos evitar dos errores que están básicamente al mismo nivel: el orgullo y la autodenigración. Tener fe en la muerte de Jesús nos ayuda a apreciar mejor nuestro infinito valor y a evitar la trampa de la autodenigración. Asimismo, la fe en la muerte de Jesús requiere una franca aceptación de nuestro pecado, lo que impide el orgullo. Elena G. de White resume muy bien este punto al decir: «Una causa de ello es lo poco en que se estiman. Cristo dio un precio infinito por nosotros, y quiere que estimemos nuestro propio valor en conformidad con dicho precio» {Elena G. de White, El ministerio de curación, cap. 42, p. 358).
Por fe, abrazamos nuestro estatus como pecadores perdonados. Esto es ai mismo tiempo humillante y elevador. Ya que todos somos comprados con la sangre de Cristo, cada uno de nosotros es igual en valor. Como miembros de un cuerpo, cada uno tiene funciones únicas (ver Rom. 12: 4). Ninguno de nosotros vive independiente de los demás {12: 5). Como las partes del cuerpo humano, cada parte cumple su propia función. Cuando ejercemos fe, somos salvados como individuos. Sin embargo, al momento de la salvación, somos incorporados en el cuerpo de Cristo. Como miembros del cuerpo de Cristo, estamos profundamente entrelazados con los demás y somos interdependientes los unos de los otros. Cualesquiera que sean nuestras funciones únicas, se nos insta a usarlas para cuidar y edificar el cuerpo de Cristo.
La lista de dones que Pablo comparte en Romanos 12 no es exhaustiva. En N otros textos, Pablo presenta diferentes listas de dones espirituales (ver, por ejemplo, 1 Cor. 12: 27-31; Efe. 4: 11-13). Lo importante no es tanto el don, sino usarlo. Debemos usar los dones que Dios nos ha dado de la misma manera que la gracia que nos ha sido dada {Rom. 12: 6). A cada uno de nosotros se nos ha dado gracia junto con el don de Cristo (Efe. 4: 7). Sea nuestro don el servicio, la enseñanza, la exhortación, la generosidad, el liderazgo o mostrar misericordia, vamos a usarlo con toda la energía que Dios nos ha dado para ministrar y servir a los demás.
Regresa al texto que has copiado o parafraseado. Analízalo directamente y reflexiona sobre su contenido con el máximo detenimiento.
Encierra en un círculo las palabras, frases e ideas que se repiten.
Subraya las palabras o frases que consideras más relevantes y que te resultan más significativas.
Utiliza flechas para conectar algunas palabras y frases que se relacionan con otros conceptos similares.
A qué parece apuntar lo que marcaste?
Del pasaje clave, selecciona un versículo para memorizarlo.
Escríbelo varias veces con el fin de que te sea más fácil recordarlo.
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021. 1er trimestre 2021 “Carta a los ROMANOS” Lección 10 «EL SACRIFICIO DE JESÚS Y NUESTRO SACRIFICIO« Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo