«El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado». 1 Juan 3: 24
EL ESPÍRITU SANTO es el aliento de la vida espiritual. El impartimiento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo. Comunica al que lo recibe los atributos de Cristo.- El Deseado de todas las gentes, cap. 84, p. 761.
Los que ven a Cristo en su verdadero carácter, y lo reciben en el corazón, tienen vida eterna. Por el Espíritu es como Cristo mora en nosotros; y el Espíritu de Dios, recibido en el corazón por la fe, es el principio de la vida eterna.- Ibid., cap. 41, p. 358.
No vemos a Cristo ni hablamos con él pero su Espíritu Santo está tan cerca de nosotros en un lugar como en otro. Obra en cada uno y por cada uno de los que reciben a Cristo. Los que conocen la presencia permanente del Espíritu revelan los frutos del espíritu: amor, gozo, paz, longanimidad, bondad, mansedumbre, fe, templanza.- Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 1111-1112.
El Espíritu Santo debe estar continuamente con el creyente. Debemos considerar más cuidadosamente el hecho de que el Consolador debe morar en nosotros. Si comprendiéramos personalmente esta verdad, nunca nos sentiríamos solos. Al ser asaltados por el enemigo, acosados por la tentación, nuestra fe debe descansar en Dios; porque tenemos la garantía de su palabra de que nunca estaremos solos en la batalla. Cada alma, perdonada del pecado, es valiosa a su vista, más preciosa que el mundo entero.
Ha sido comprada a un precio infinito, y Cristo nunca abandonará al alma por la cual murió.- The Youth’s Instructor, 12 de diciembre de 1894.
Devocional Vespertino Para 2021. «La Fe por la cual vivo» «LOS TRES DIGNATARIOS DEL CIELO» Por: Elena G. de White Colaboradores: Martha González & Joaquín Maldonado