«El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida». Juan 6: 63
LA PALABRA DE DIOS ES LA SIMIENTE. Cada semilla tiene en sí un poder germinador. En ella está encerrada la vida de la planta. Así hay vida en la Palabra de Dios. Cristo dice: «Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida» […]. En cada mandamiento y en cada promesa de la Palabra de Dios se halla el poder, la vida misma de Dios, por medio de los cuales puede cumplirse el mandamiento y realizarse la promesa. Aquel que por la fe recibe la Palabra, está recibiendo la misma vida y carácter de Dios.— Sketches From the Life of Paul, pp. 28-29.
Al comer su Palabra, aumenta nuestra fuerza espiritual, crecemos en la gracia y el conocimiento de la verdad. Se forman y fortalecen hábitos de dominio propio. Las flaquezas de la infancia —inquietud, caprichos, egoísmo, palabras apresuradas, actos apasionados— desaparecen y en su lugar, se desarrollan las gracias de la virilidad y la femineidad cristianas.— Consejos para los maestros, cap. 27, p. 198.
Gracias a su poder, los hombres y las mujeres han roto las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. Los impíos se han vuelto reverentes; los borrachos, sobrios; los libertinos, puros. Las almas que reflejaban la semejanza de Satanás han sido transformadas a la imagen de Dios. Este cambio es en sí el milagro de los milagros.— La educación, cap. 18, p. 155.
Devocional Vespertino Para 2021. «La Fe por la cual vivo» «LA PALABRA Y LAS OBRAS DE DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Martha González & Joaquín Maldonado