En casi en todos los temas relevantes de la Carta a los Romanos, Pablo retoma el asunto de la ley. Una de las razones primordiales del apóstol para escribir esta Carta fue ayudar a los cristianos de Roma a entender cómo relacionarse adecuadamente con la ley. Sin una correcta comprensión de la ley, no podemos tener el tipo de seguridad que necesitamos para una vida espiritual saludable; así, la iglesia nunca puede llegar a ser el tipo de comunidad que Dios pretende que sea.
La ley es vital para el apóstol, y sus lectores deben entender su función. El papel de la ley no es salvar. La promesa de Dios a Abraham no procedió de la ley; procede de la fe (ver Rom. 4: 13). Así tiene que ser, porque si la promesa de Dios procediera de la ley, entonces la promesa nunca se concretaría (4:14). Después de todo, nadie (excepto Jesús) ha guardado perfectamente la ley. Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (ver Rom. 3: 23). Como resultado del pecado, la ley solo puede producir ira para el transgresor (Rom. 4: 15). Cuando violamos la ley de Dios, estamos sujetos al justo juicio de la ira de Dios. Ya que todos hemos pecado, merecemos un juicio de condenación. Si la promesa de Dios procediera de la ley, entonces todos estaríamos condenados. Pablo es enfático: la promesa no puede proceder de la ley.
Además, Dios no elimina la ley para cumplir su promesa. Si lo hiciera, estaría eliminando la transgresión (ver Rom. 4: 15). Eso es absurdo. Dios tiene una solución mejor para el problema del pecado que salvar por la ley o eliminarla y luego pretender que el pecado no existe. Su solución es proveer un Salvador.
La promesa de Dios no procede de la ley; tampoco ocurre haciendo a un lado la ley. La promesa de Dios viene como un regalo de gracia al cual podemos acceder por fe (ver Rom. 4: 16). Ya que es un regalo de gracia accesible por fe, es seguro (4: 16). En un mundo incierto, la certeza es reconfortante. La promesa de Dios es cierta porque no depende de nuestra conducta; depende de Dios y de su gracia. Debido a que nuestra conducta es, en el mejor de los casos, irregular, depender de nuestra obediencia siempre nos lleva a la incertidumbre. La incertidumbre nos lleva a la ansiedad y la ansiedad a la desesperación.
En lugar de incertidumbre, ansiedad y desesperación, tenemos la promesa segura y certera de Dios que se cumple con la muerte y la resurrección de Jesús (ver Rom. 4: 24-25). Su promesa está garantizada para todos los que tienen fe. Todos los que acceden a la promesa de Dios por la fe son parte de una nueva comunidad: la familia de Abraham, compuesta de todas las etnias.
Después que hayas repasado el texto que has copiado y resaltado:
¿Qué te parece lo que has marcado o subrayado y relacionado?
¿Qué preguntas te surgen después de haber estudiado dicho pasaje?
¿Qué otros principios y conclusiones encuentras?
¿Cómo te sientes de que Dios te considere justo incluso cuando eres impío?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021.
1er trimestre 2021 “Carta a los ROMANOS”
Lección 4: «ABRAHAM Y LA FE«
Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo