De acuerdo con Pablo, la justificación se otorga generosamente (ver Rom. 3: 24). Cuando algo se da libremente, implica una abundancia de generosidad concedida sin costo alguno para el receptor. También demuestra la disposición del dador de obsequiar el regalo. Dios no concede el regalo de la justificación de mala gana, sino todo lo contrario: la prodiga.
Igualmente, la justificación es un regalo de gracia (ver Rom. 3: 24). La palabra «gracia» transmite la naturaleza libre e inmerecida del favor de Dios. Al usar juntas las palabras «generosidad» y «gracia», que tienen una connotación semejante, Pablo está enfatizando cuán libre es el don de la justificación de Dios. La justificación es absolutamente gratis; es por gracia. No podemos ganarla por las obras de la ley (ver Rom. 3: 20) y no podemos obligar a Dios a concedérnosla. Bondadosamente él la otorga con generosidad a los que tienen fe (3: 24). Él es genuinamente generoso y se deleita en dar el regalo de la salvación a sus hijos.
Dios da este abundante regalo de la justificación mediante la «redención que es en Cristo Jesús» (Rom. 3: 24). «Redención» es un término que se usa para describir el rescate de una persona de la esclavitud, así como Dios redimió a Israel de la esclavitud egipcia (ver Éxo. 6: 6). Jesús redime a los pecadores del poder esclavizador del pecado y generosamente les concede, por gracia, el regalo de la justificación. Muchos de los conversos al cristianismo en los tiempos de Pablo eran de verdad esclavos en el Imperio Romano. Esta imagen de la obra de Cristo debió haber tenido una belleza peculiar para los que conocían de primera mano el dolor y el trauma de la esclavitud.
La justificación y la redención son posibles gracias al sacrificio propiciatorio de Cristo (ver Rom. 3: 25). Generalmente no usamos el término «propiciación» hoy, pero es un término importante. En primera instancia, significa un medio para recuperar el favor de una deidad. En el mundo griego pagano de Pablo, la gente ofrendaba a sus dioses para propiciarlos con la esperanza de recobrar su favor. Pensaban que sus sacrificios propiciatorios ganarían de nuevo la buena voluntad de los dioses. En el cristianismo, la propiciación es un concepto totalmente diferente. En el cristianismo, nosotros no propiciamos a Dios, sino que Dios mismo se propició al darse a sí mismo en Cristo por nuestros pecados (ver Rom. 3: 25; 2 Cor. 5: 19).
Generosamente Dios nos da, mediante el regalo de su gracia, el veredicto de la justificación al redimirnos del pecado mediante la muerte de Jesús. Por su muerte, Dios mismo se propició para que todos los que confían en su Hijo tengan la certeza, ahora y en el juicio final, de que son justos. Por el sacrificio de Cristo, el favor de Dios es restaurado. No lo ganamos ni lo merecemos; se nos concede generosamente por gracia.
Algunas veces Pablo parece no ser tan práctico. Usa términos como «justificación» y «propiciación», que no son parte importante del vocabulario de la mayoría de las personas. Sin embargo, sus argumentos nos apelan; sus enseñanzas son sumamente prácticas. Todos enfrentamos el pecado, la vergüenza y la culpa. La muerte de Jesús proporciona una solución verdaderamente liberadora para estos problemas universales.
Regresa al texto que has copiado o parafraseado. Analízalo directamente y reflexiona sobre su contenido con el máximo detenimiento.
Encierra en un círculo las palabras, frases e ideas que se repiten.
Subraya las palabras o frases que consideras más relevantes y que te resultan más significativas.
Utiliza flechas para conectar algunas palabras y frases que se relacionan con otros conceptos similares.
¿A qué parece apuntar lo que marcaste?
Del pasaje clave, selecciona un versículo para memorizarlo.
Escríbelo varias veces con el fin de que te sea más fácil recordarlo.
Recuerda un momento cuando tú diste gracia. ¿Cómo te sentiste?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2021.
1er trimestre 2021 “Carta a los ROMANOS”
Lección 3: «EL REGALO DE LA GRACIA DE DIOS«
Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo