«Con qué limpiará el joven su camino? ¡Con guardar tu palabra!». Salmo 119: 9
UNA COSA ES TRATAR LA BIBLIA COMO un manual de instrucción moral, y prestarle atención mientras esté de acuerdo con el espíritu de la época y nuestra situación en el mundo; pero otra cosa es considerarla como lo que en realidad es: la palabra del Dios viviente, la palabra que es nuestra vida, la palabra que ha de moldear nuestras acciones, nuestros dichos y nuestros pensamientos. Concebir la Palabra de Dios como algo inferior a esto, es rechazarla.— La educación, cap. 30, p. 234.
La Palabra de Dios es un indicador del carácter, un probador de los motivos. Hemos de leer esta Palabra con la mente y el corazón abiertos para recibir las impresiones divinas. No debemos pensar que la lectura de la Palabra puede realizar aquello que únicamente puede realizar el que revela la Palabra y la ha originado. Algunos están en peligro de llegar precipitadamente a la conclusión de que, porque ellos creen firmemente en las doctrinas de la verdad, están realmente en posesión de las bendiciones que esas doctrinas declaran que caerán sobre el que acepta la verdad. Muchos mantienen la verdad en el atrio exterior. Sus principios sagrados no ejercen una influencia dominante sobre sus palabras, pensamientos y acciones.— Review and Herald, 1° de octubre de 1901.
La única seguridad para los jóvenes en esta era de corrupción es confiar en Dios. Sin la ayuda divina, serán incapaces de dominar las pasiones y apetitos humanos. En Cristo está la ayuda que justamente necesitan.— Conducción del niño, cap. 72, p. 462.
Devocional Vespertino Para 2021. «La Fe por la cual vivo» «LA PALABRA Y LAS OBRAS DE DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Martha González & Joaquín Maldonado