Los que quieren seguir verdaderamente a Cristo, deben dejarlo morar en el corazón y entronizarlo allí en forma absoluta. Deben representar el espíritu y carácter de Dios en su vida doméstica y ser bondadosos y corteses con aquellos con quienes se relacionan.
Hay muchos niños que profesan conocer la verdad y no tributan a sus padres el honor y afecto que se les debe, que manifiestan poco amor hacia ellos y no los honran cediendo a sus deseos o tratando de evitarles ansiedad. Muchos de los que profesan ser cristianos no saben lo que es “honra a tu padre y a tu madre”, y en consecuencia poco sabrán lo que significa “para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éxodo 20:12).
Nuestros jóvenes declaran abiertamente que se cuentan entre los que guardan los mandamientos de Dios, y sin embargo muchos de ellos descuidan y violan el quinto mandamiento, y por lo tanto no pueden recibir la rica bendición prometida a los que observan este precepto, “honra a tu padre y a tu madre”.
Nunca entrarán en la tierra nueva, en la cual podrían vivir eternamente, a menos que se arrepientan de su pecado y reformen sus costumbres y su carácter mediante la gracia de Cristo. Los que no respetan y aman a sus padres no respetarán ni honrarán a Dios. Los que no soportan la prueba, los que no honran a sus padres temerosos de Dios, no obedecerán a Dios, y por lo tanto no pueden esperar entrar en la tierra prometida.