«Cuando Dios los salvó, en realidad los compró, y el precio que pagó por ustedes fue muy alto» (1 Corintios 6:20, TLA).
Johnny Lingo es un comerciante polinesio muy exitoso y querido que viajó a la isla de Kiniwata para negociar por su esposa, según la película neozelandesa dirigida por Steven Ramírez The Legend of Johnny Lingo, filmada en Polinesia en 2003. En la isla cada esposa ha sido comprada por cierta cantidad de vacas y todo el mundo sabe cuál es su valor: dos vacas valen una buena esposa, y cuatro o cinco, una mucho mejor. Pero Johnny ama a Mahana, una joven delgada, de hombros encorvados y cabeza gacha, cuyo padre teme que se quede soltera, pues una vaca es un precio demasiado elevado para su condición. Comienzan las negociaciones y el padre pide tres vacas por ella con el propósito de obtener, por lo menos, una. Los isleños se ríen burlonamente. ¡Tres vacas por Mahana! ¡Cómo se le ocurre! ¿Se retirará el comerciante creyendo que el padre de la novia pretende aprovecharse de él?
Sin embargo, Johnny responde lleno de amor y embelesado:
-Tres vacas son muchas…. pero no son suficientes por mi Mahana… Ofrezco ocho por ella.
¡Ocho vacas! ¡A nadie se le hubiera ocurrido semejante despilfarro! El trato queda cerrado y Johnny sale de viaje con su mujer. Al regresar, Mahana se ve tan feliz y radiante que su padre se siente estafado porque, con seguridad, valía más de diez.
Ahora, imagina una reunión en el cielo. Se está discutiendo el precio del rescate del ser humano caído. La apariencia del hombre no es buena, su cabeza gacha y los hombros encorvados muestran el efecto de la culpa y el miedo por la transgresión. Mejor sería abandonarlo, pues en sí mismo, casi no tiene valor. Pero alguien hace una oferta generosa. Es alguien radiante que ofrece su vida para comprar al pecador. Los ángeles también ofrecen sus vidas puras, dando un valor increíble a un ser de tan miserable condición. No cabe duda que el precio es elevado… ¡pero no es suficiente para el ser creado a imagen de Dios! Entonces, lleno de amor, el Hijo de Dios ofrece su vida. «Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos […). No fue pagado con oro ni plata […] sino que fue con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios» (1 Pedro 1:18-19, NTV).
Desde el punto de vista del universo entero, tal sacrificio ha sido un gran despilfarro. Todo el plan de salvación es un derroche impresionante de recursos (El Deseado de todas las gentes, pág. 518). Fue el amor lo que motivó dicho rescate, no hay otra razón.
Hoy puedes sentirte feliz y radiante pensando en ese amor, que no escatimó el costo de tu redención.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020
«Buena Medicina es el Corazón Alegre»
Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Paty Solares