SALVARÉ A TUS HIJOS
SALVACIÓN
«Pero así dice Jehová: «Quizás el cautivo sea rescatado del valiente y el botín sea arrebatado al tirano, pero yo defenderé tu pleito y salvare a tus hijos»» (Isaías 49:25).
Los hijos suelen ser para los padres la mayor fuente de regocijo o preocupación. Innumerables veces el corazón de los padres puede verse acongojado por las circunstancias que rodean a sus vástagos. Tantos son los peligros a los que están expuestos que los padres nos estremecemos al pensar en ello. Inmenso es el dolor cuando se descubre que un hijo abandona los caminos del Señor, confundido por teorías que rechazan a Dios o la verdad de su Palabra. Igualmente es doloroso cuando se entregan al libertinaje, las malas compañías o los vicios. No obstante, existen valiosas promesas que pueden ser reclamadas a Dios, proporcionando consuelo y alivio al corazón entristecido de los padres.
Guillermo había nacido en el seno de una familia de humildes agricultores y conocía de cerca el trabajo duro y la pobreza. De cuerpo sano y robusto, tenía una mente equilibrada y sedienta de conocimiento. Se caracterizaba por un espíritu de independencia, reflexivo y crítico. Un alto valor moral se manifestaba en principios de generosidad, sencillez y modestia, inculcados tempranamente por su madre. No obstante, al llegar a la madurez absorbió la influencia de deístas que se oponían a las Escrituras. Gradualmente fue adoptando sus creencias, mientras perdía su seguridad en la felicidad eterna. El futuro comenzó a parecerle cada vez más sombrío y con el tiempo su estado de ánimo quedó atiborrado de infelicidad, lamentos y murmuraciones. Sin saber cómo salir de ello, y después de doce largos años de incredulidad, tomó con desconfianza una Biblia y quedó sorprendido al notar cómo ese libro que consideraba no inspirado dejaba en él tan profundas impresiones. No sin largas luchas finalmente reconoció la verdad de la Palabra de Dios, encontrando en Jesús a su mejor amigo. Guillermo Miller llegó a ser uno de los grandes reformadores religiosos en Estados Unidos durante el siglo XIX, quien predicó con vigor las profecías del advenimiento de Cristo.
Detrás de cada hijo pródigo, un padre piadoso espera su regreso. A cada padre que ruega con fervor por la salvación de sus hijos, se dirigen las siguientes promesas: «Y despertaré a tus hijos, oh Sion […] Y Jehová será visto sobre ellos […] Jehová de los ejércitos los amparará […] Y los salvará en aquel día Jehová su Dios como rebaño de su pueblo; porque como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra» (Zacarías 9:13-16, RVR1960).
Atesoremos con esperanza cada segura promesa de la Palabra de Dios sin cesar de orar y, a su tiempo, veremos su cumplimiento.
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Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020
«Buena Medicina es el Corazón Alegre»
Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Paty Solares
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