Jóvenes y señorítas, no tenéís tiempo que perder. Tratad fervorosamente de poner madera sólida en la edificación de vuestro carácter. Os rogamos por causa de Cristo, que seáis fieles. Tratad de redimir el tiempo. Consagraos diariamente al servicio de Dios, y hallaréis que no necesitáis muchos días de fiesta para pasar ociosamente, ni mucho dinero para gastar en haceros los gustos. El cielo observa a aquellos que tratan de mejorar y de modelarse a la semejanza de Cristo. Cuando el agente humano se somete a Cristo, el Espíritu Santo lleva a cabo una gran obra en su favor.
Todo verdadero y abnegado obrero de Dios, está dispuesto a gastar y a ser gastado en bien de otros. Cristo dice: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará”(Juan 12:25). El verdadero cristiano muestra su amor hacia Dios y a sus semejantes en los esfuerzos fervientes y reflexivos que hace para ayudar a otros. Quizá pierda la vida en el servicio, pero cuando Cristo venga a recoger sus joyas, la encontrará otra vez (Youth’s Instructor, septiembre 10, 1907).