-¡Aléjate de la cocina, Gabriel, porque es muy peligroso! -le decía siempre su mamá.
Pero un día en que ella estaba friendo papas, Gabriel entró en la cocina y estiró el brazo para tomar una.
Entonces, sus deditos tocaron la sartén caliente. El niño comenzó a gritar de dolor. Tuvieron que llevarlo al hospital para que le curaran la quemadura, que tardó mucho en sanar.
¿Y yo?
Mamá y papá saben lo que es mejor para ti.
Mi oración para hoy
Ayúdame, querido Jesús, a guardar en el corazón las recomendaciones de mi mamá y también las tuyas.
En la Biblia leemos:
«He guardado tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti» (Salmo 119: 11).