«Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad». Hebreos 11: 13-16, NVI
CUANDO, AL FINAL DE LOS MIL AÑOS, concluyó el juicio de los impíos muertos, salió Jesús de la ciudad, seguido de los santos y de una comitiva de la hueste angélica. Descendió sobre una gran montaña, que, tan pronto como él posó en ella los pies, se partió en dos mitades convirtiéndose en una gran llanura.
Entonces alzamos los ojos y vimos la grande y hermosa ciudad con doce cimientos y doce puertas, tres en cada lado y un ángel en cada una. Exclamamos: «¡La ciudad! ¡la gran ciudad! desciende del cielo, de Dios». Y descendió en todo su esplendor y gloria, asentándose en la vasta llanura que Jesús había preparado para ella.— Primeros escritos, cap. 70, p. 350.
Mientras el profeta contempla a los redimidos morando en la ciudad de Dios, libres del pecado y de todos los rastros de la maldición, exclama lleno de entusiasmo: «Alégrense con Jerusalén, llénense de gozo con ella todos los que la aman; únanse a su alegría todos los que han llorado por ella». «En tu tierra no se volverá a oír el ruido de la violencia, ni volverá a haber destrucción y ruina en tu territorio, sino que llamarás a tus murallas «Salvación» y a tus puertas «Alabanza»» (Isa. 66: 10; 60: 18, DHH). […]
El profeta oye una música y unos cánticos que «ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado».
[…] «El remanente eleva su voz y grita de alegría; desde el occidente aclama la majestad del Señor» (1 Cor. 2: 9, NTV; Isa. 24: 14, Ny!).— Profetas y reyes, cap. 60, pp. 494-495.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LAS OBRAS DE DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez