Así Dios había plantado a Israel como una hermosa viña junto a las fuentes de la vida. Había colocado a su viña “en un recuesto, lugar fértil. Habíala cercado, y despedregádola, y plantádola de vides escogidas”. Isaías 5:1, 2.
«Esperaba que llevase uvas, y llevó uvas silvestres”. Isaías 5:2. La gente que vivía en los días de Cristo hacía mayor ostentación de piedad que la que hacían los judíos de los primeros tiempos, pero estaba todavía más destituida de las dulces gracias del Espíritu de Dios. Los preciosos frutos del carácter… no se manifestaron en la nación judía.
Dios en su Hijo había estado buscando fruto y no lo había encontrado. Israel era un estorbo en la tierra. Su misma existencia era una maldición; pues ocupaba en la viña el lugar que podía haber servido para un árbol fructífero. Despojaba al mundo de las bendiciones que Dios se proponía darle. Los israelitas habían representado mal a Dios entre las naciones. No eran meramente inútiles, sino un obstáculo decidido. En gran medida su religión descarriaba a la gente, y obraba la ruina en vez de la salvación (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 169, 170).
Hay demasiado egoísmo. Anhelamos que el yo muera y permanezca escondido en Cristo Jesús, entonces no hablaremos de desánimo ni de dificultades ni de todas esas pequeñeces, sino que hablaremos del gran plan de redención y del poder inigualable de Jesucristo al venir a este mundo para tomar la naturaleza humana sobre sí con el fin de que nosotros, mediante él, podamos ser elevados y obtengamos un lugar a su mano derecha. ¿Qué podría ser más agradable que eso?
Si esto no es suficiente, ¿cuánto más de lo que hizo habría podido hacer el Cielo en favor de la raza caída? ¿Cuánto más de lo que hice, dice Cristo, podría haber hecho yo en favor de mis ovejas? ¿Qué más? ¿Tendrá que abandonarnos? Lo hará, a menos que cambiemos nuestra actitud hacia Dios, porque ya hizo todo lo que podía para salvarnos. Nuestra responsabilidad delante de Dios es proporcional a la luz que hemos recibido. Caminemos en la luz, así como él está en luz (Exaltad a Jesús, p. 210).
Para la iglesia de Dios, que custodia su viña en la tierra hoy, resultan de un valor especial los mensajes de consejo y admonición dados por los profetas que presentaron claramente el propósito eterno del Señor en favor de la humanidad. En las enseñanzas de los profetas, el amor de Dios hacia la raza perdida y el plan que trazo para salvarla quedan claramente revelados. El tema de los mensajeros que Dios envió a su iglesia a través de los siglos transcurridos fue la historia del llamamiento dirigido a Israel, sus éxitos y fracasos, como recobró el favor divino, como rechazó al Señor de la viña y cómo el plan secular será realizado por un remanente piadoso en favor del cual se cumplirán todas las promesas del pacto…
Espere Israel en Dios. El Señor de la viña está ahora mismo juntando de entre los hombres de todas las naciones y todos los pueblos los preciosos frutos que ha estado aguardando desde hace mucho. Pronto vendrá a los suyos; y en aquel alegre día se habrá cumplido finalmente su eterno propósito para la casa de Israel. “Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la haz del mundo se henchirá de fruto”. Isaías 27:6 (Profetas y reyes, pp. 15, 16).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
1re. Trimestre 2021 ISAÍAS: «CONSOLAOS, PUEBLO MÍO«
Lección 1: «CRISIS DE IDENTIDAD»
Colaboradores: Esther Jiménez & Meri Ruiz