«Peca el que menosprecia a su prójimo, pero el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado» (Proverbios 1 4: 2 1).
Se cuenta la historia de una viuda y su hija adolescente que, con escasez de recursos, vivían en una zona rural de Montana (EE. UU.) en los años de la Gran Depresión (alrededor de 1929). Un día, mientras la joven estaba enfrascada en la lectura de una novela de amor, su madre le dijo:
—Tardarás poco en olvidar esa historia pero, si quieres, puedes hacer algo que no se te olvidará jamás. Fíjate en nuestra vecina, la Sra. Eberhart. No cuenta con medios y se aproxima un invierno duro. Teje un jersey de lana y regálaselo en secreto para que no pase frío.
La joven accedió y en unos días terminó la prenda. La colocó en una caja, la envolvió como un regalo y la dejó en la puerta de la vecina con una nota: «Un presente de alguien que la aprecia». Madre e hija observaron a la Sra. Eberhart lucir la prenda durante varias temporadas. La adolescente llegó a anciana y siempre recordó su acción con una sonrisa en el rostro y una cálida sensación que le invitaba a socorrer a otros.
Jesús dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20: 35). ¿Cuál es la bienaventuranza de dar? Los efectos de ayudar a otros son amplios. Por ejemplo, suponen una medida eficaz contra la depresión, tanto para prevenirla como para aliviar sus síntomas. De hecho, los programas de actividad para quienes siguen psicoterapia contra la depresión casi siempre incluyen tareas altruistas, aunque sean breves. Hoy se sabe que estos actos motivan respuestas orgánicas, como la secreción interna de dopamina, serotonina y oxitocina. Tales sustancias transmiten a la persona compasión, calma y cercanía emocional hacia otros, además de imponer barreras a emociones negativas como la tristeza, el odio, la venganza, la hostilidad, el temor y el resentimiento.
Aparte de los beneficios para la salud física y mental, la Biblia promete otras bendiciones: «Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová. Jehová lo guardará, le dará vida y será bienaventurado en la tierra» (Salmo 41: 1-2). Además, las Escrituras palabras le presentan la transcendencia de los actos de bondad, según lo indican las Jesús en el juicio de las naciones:
«Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber ;fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme» (Mateo 25: 34-36).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020
«Buena Medicina es el Corazón Alegre»
Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Paty Solares