«Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó,Jacob, el que te formó, Israel: «No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío». Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador»». Isaías 43: 1-3, NVI
MIENTRAS EL PASTOR GUÍA su rebaño por las colinas rocosas, a través de los bosques y de las hondonadas desiertas, a ignorados lugares cubiertos pasto junto a la ribera de los ríos; mientras lo cuida en las montañas durante las noches solitarias, lo protege de los ladrones y con ternura atiende a las enfermizas y débiles, su vida se vincula con la de sus ovejas. Un fuerte lazo de cariño lo une al objeto de su protección. Por grande que sea su rebaño, él conoce cada oveja. Cada una tiene su nombre, al cual responde cuando la llama el pastor. Como un pastor terrenal conoce sus ovejas, así el divino Pastor conoce su rebaño, esparcido por el mundo. […] Jesús dice: «Te di tu nombre […] y tú me perteneces». «He aquí que en las palmas te tengo esculpida» (Isa. 43: 1, RVC; 49: 16).
Jesús nos conoce individualmente, y se conmueve por la naturaleza de nuestras flaquezas. Nos conoce a todos por nuestro nombre. Conoce la casa en que vivimos, y el nombre de cada ocupante. Dio a veces instrucciones a sus siervos para que fueran a cierta calle en cierta ciudad, a tal casa, para hallar a una de sus ovejas (Hech. 9: 11).
Cada persona es tan plenamente conocida de forma individual por Jesús como si fuera la única por la cual el Salvador murió. Las penas de cada uno conmueven su corazón. El clamor por auxilio penetra en su oído. Él vino para atraernos a todos a él; así que nos invita: «Síganme» (Mat. 4: 19, DHH), y su Espíritu actúa en los corazones para motivarnos a que acudamos a él. Muchos rehúsan ser atraídos. Jesús conoce quiénes son. Sabe también quiénes aceptan gozosamente su llamamiento. […] Cuida a cada una [de sus ovejas] como si no hubiese otra sobre la faz de la tierra.— El Deseado de todas las gentes, cap. 52, pp. 454-455.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LO QUE DIOS NOS OFRECE» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez