SON UN PELIGRO INMINENTE
«El gobernante fatuo aumenta la extorsión; el que odia la avaricia prolongará sus días». Proverbios 28: 16
Joacim, el rey de Judá, había aceptado vivir bajo la soberanía de Egipto pagando un fuerte tributo (2 Reyes 23: 35). Sin embargo, Nabucodonosor II, rey de Babilonia, había derrotado al faraón Necao II y su ejército en la famosa batalla de Carquemis (605 a. C.), y ahora Joacim se veía obligado a cambiar su alianza con Egipto por un nuevo juramento de fidelidad a Babilonia (2 Reyes 24: 1).
Joacim había ascendido al trono en el 609 a. C. a los 25 años de edad, mostrando un profundo desprecio por su pueblo y evidenciando sus verdaderas intenciones: mantener los lazos con Egipto, su gran salvador, y amasar fortuna a base de abusos, corrupción e injusticias (Jeremías 22), así como construir lujosas residencias con sus negocios turbios.
Entonces, Dios envió un mensaje al profeta Jeremías para advertir al monarca sobre su conducta impía (Jeremías 36: 2-3). El profeta obedeció y dictó a Baruc las palabras que Dios le había inspirado. Posteriormente, el mensaje fue leído al pueblo de Israel en la entrada del santuario. Al poco tiempo, Joacim fue informado del asunto. Después escuchó atento su lectura en compañía de sus consejeros. El monarca reaccionó de una manera singular ante el mensaje bíblico. A medida que se leían tres o cuatro columnas, Joacim fue cortando el rollo con un estilete de escriba. Luego, ante el estupor de sus consejeros, lo arrojó a un brasero hasta que se consumió todo el texto sagrado.
En un momento en el que se demandaba un liderazgo que favoreciera reformas económicas, sociales y espirituales en el reino de Judá, ¡al rey se le ocurrió dedicar el tiempo a llenarse los bolsillos de dinero! Además, rechazó la Palabra de Dios para enfrentar una crisis que se le avecinaba. Para el rey Joacim, Egipto representaba la gran esperanza. En el año 598 a. C., envalentonado por los egipcios, se rebeló abiertamente en contra de Nabucodonosor ll. Convenció a los habitantes del reino de Judá de que si luchaban contra Babilonia, los egipcios no los desampararían, lo cual ocasionó una nueva invasión del poderoso ejército caldeo. Lo cierto es que los egipcios nunca pensaron en ayudarlo. Posiblemente, el rey de Judá murió durante el sitio de Jerusalén en el año 598 a. C. Ni siquiera pudo disfrutar del fruto de sus turbios negocios.
Pide a Dios que haga de ti un líder a la altura de las circunstancias que te toque enfrentar.
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Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020
«Una Nueva Versión de Ti»
Por: Alejandro Medina Villarreal
Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez
Radio Joven Adventista
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