«Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor ni desmayes cuando eres reprendido por él, porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, no hijos». Hebreos 12: 5-8
EL SEÑOR PUEDE OBTENER la victoria en medio de lo que a nosotros nos parece confusión y desorden. Estamos en peligro de olvidar a Dios, de mirar lo que se ve, en lugar de mirar con los ojos de «la fe […] lo que no se ve» (Heb. 11: 1-3).
Cuando llega la desgracia o el infortunio, estamos listos para culpar a Dios de negligencia, o incluso de crueldad. Si ve conveniente interrumpir nuestro servicio en alguna actividad, nos lamentamos, sin detenemos a reflexionar que así Dios puede estar actuando para nuestro bien. Necesitamos aprender que la corrección es parte de su gran plan y que bajo la vara de la aflicción, el cristiano puede hacer, a veces, más por su Maestro que cuando está ocupado en el servicio activo. […]
La salvación es una labor mancomunada. Tiene que haber cooperación entre Dios y el pecador arrepentido. Es necesaria para la formación de principios rectos de carácter. Es necesario que cada uno personalmente haga fervientes esfuerzos para vencer lo que le impida alcanzar la perfección. No obstante, todos dependemos enteramente de Dios para alcanzar el éxito. Los esfuerzos humanos, por sí solos, resultan insuficientes. Sin la ayuda del poder divino, no conseguiremos nada. Dios actúa y nosotros por nuestra parte también. La resistencia a la tentación debe venir de nuestra parte, para obtener el poder de Dios. Por un lado hay sabiduría, compasión y poder infinitos, y por el otro, debilidad, perversidad, impotencia absoluta. Dios desea que tengamos dominio sobre nosotros mismos, pero no puede ayudarnos sin nuestro consentimiento y cooperación. El Espíritu divino trabaja por medio de los poderes y facultades otorgados a todo ser humano.— Los hechos de los apóstoles, cap. 45, pp. 357-358.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON LO QUE DIOS NOS OFRECE» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez