La parábola del buen samaritano menciona al menos seis personajes clave: el intérprete de la ley, el judío herido, el sacerdote, el levita, el samaritano y el posadero. La pregunta que Cristo respondió fue a quién deberían considerar el sacerdote y el levita como su prójimo. En la forma en que Jesús cuenta la parábola, está implícita la idea de que para los judíos, extranjeros y samaritanos estaban automáticamente excluidos del concepto «prójimo». Esto se infiere en el detalle de que el hombre que cayó entre ladrones no era otro que un judío que viajaba de Jerusalén a Jericó.
La pregunta tenía la intención de que respondieran cómo distinguir al prójimo de. entre su propia gente. «Enseñaban que el trato con la multitud ignorante y descuidada causaba una contaminación cuya supresión requería tedioso esfuerzo. ¿Debían considerar a los “inmundos” como prójimos?» (El Deseado de todas las gentes, cap. 54, p. 470). Esta pregunta persiste hoy entre los que se llaman seguidores de Cristo. ¿Quién es digno de participar de los dones confiados al cristiano por la gracia de Dios? Los protagonistas de la parábola nos enseñan que la forma en que respondamos a la pregunta «¿quién es mi prójimo?» dejará claro si nuestra religión es real o una mera profesión vana.
La deformidad del corazón egoísta
El propósito de la parábola del buen samaritano que el mismo Jesús contó es mostrar a su pueblo la deformidad del corazón egoísta, contrastándolo con su amor abnegado, representado en las acciones del buen samaritano. «El modo de disipar las tinieblas consiste en dar entrada a la luz. La mejor manera de tratar con el error consiste en presentar la verdad. Es la revelación del amor de Dios lo que pone de manifiesto la deformidad y el pecado de la egolatría» (ibíd., p. 471).
El sacerdote y el rabino afirmaban ser seguidores de Dios; sin embargo, cuando se les presentó la oportunidad de representar su religión en nombre de un compatriota herido, prefirieron su propia seguridad y conveniencia en vez de atender la grave situación de un hombre que había sido herido por un enemigo. Con ello, sus acciones los expusieron como amantes de sí mismos (2 Tim. 3: 2) en lugar de amantes de Dios.
El egoísmo yace en el fundamento mismo de cada pecado. Es una actitud completamente antagónica a todo lo que representa el reino de Dios. En la ver…1 :::1 dadera educación, así como en la verdadera religión, esta actitud no puede coexistir con el éxito verdadero.
El propósito de la religión y de la educación verdaderas es erradicar el egoísmo del cristiano y reemplazarlo con el amor que «no busca lo suyo» (1 Cor. 13: 5, RV95).
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Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2020. 4to trimestre 2020 “Los Principios De La Educación” Lección 5: «LA ABNEGACIÓN ES LA BASE DE TODO VERDADERO CRECIMIENTO« Colaboradores: Hidai Juarez S & Misael Morillo