«No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Pero no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos». Juan 17: 16-20
CUANDO NOS ENTREGAMOS completamente a Dios y en todo lo que hacemos seguimos sus instrucciones, él mismo se hace responsable de la realización. Él no quiere que conjeturemos en cuanto al éxito de nuestros esfuerzos sinceros. Nunca debemos pensar en el fracaso. Hay que cooperar con Aquel que no conoce el fracaso.
No debemos hablar de nuestra propia debilidad o incapacidad. Esto es una manifiesta desconfianza en Dios, una negación de su Palabra. Cuando murmuramos a causa de nuestras cargas, o rechazamos las responsabilidades que él nos ha llamado a llevar, estamos prácticamente diciendo que él es un amo duro, que exige lo que no nos ha dado poder para que lo hagamos. […]
Dios actúa por medio de los que él elige. A veces elige al más humilde instrumento para que efectúe la mayor de las acciones; porque su poder se revela en la debilidad. Los seres humanos tenemos nuestra norma, y en virtud de ella clasificamos algo como grande y otra como pequeña; pero Dios no valora nada de acuerdo con nuestra regla. […]
No nos toca a nosotros juzgar nuestros propios talentos o elegir la obra que nos corresponde. Tenemos que llevar las cargas que Dios nos señala, llevándolas por su causa, y siempre recurriendo a él en busca de descanso. Cualquiera sea nuestra obra, Dios es honrado por un servicio alegre y de todo corazón. Él se agrada cuando afrontamos nuestros deberes con gratitud, regocijándonos de que se nos considere dignos de ser sus colaboradores.— Palabras de vida del gran Maestro, cap. 25, pp. 300-301.
Cristo acepta con verdadero gozo todo agente humano que se entrega a él. Une lo humano con lo divino, para comunicar al mundo los misterios del amor encarnado.— El discurso maestro de Jesucristo, cap. 2, p. 73.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «PARA FAMILIARIZARNOS CON EL SERVICIO A DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez