«Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús» (Gál. 3:28).
¿Y si cerraran tu colegio por un año? ¿Te suena eso a un golpe de suerte? Bueno, sucedió en Little Rock, Arkansas, en los Estados Unidos, en 1958. Solo que no fue tan afortunado como parece. Esa era una época en que los niños blancos y los niños afroamericanos iban a diferentes escuelas. Era injusto para los niños afroamericanos, que terminaban estudiando en edificios masificados y con menos libros. Finalmente, la Corte Suprema dictaminó que la segregación escolar era ilegal.
En Little Rock, nueve adolescentes afroamericanos fueron los primeros en ir a una escuela pública secundaria que había sido exclusivamente de blancos. Era aterrador. La primera en llegar fue Elizabeth Eckford. Enfrentando valerosamente a cientos de blancos enojados, se abrió paso hasta la entrada, donde no le permitieron pasar. «Traté de ver un rostro amigable entre la multitud, alguien que quizá pudiera ayudarme», recuerda ella. «Miré a los ojos a una anciana, y parecía un rostro amable, pero entonces la volví a mirar y me escupió».
Luego de varios días, el presidente de los Estados Unidos envió soldados para proteger a los nueve alumnos. Ellos asistieron día tras día a esa escuela pública que anteriormente había sido exclusiva para blancos, aunque eran acosados constantemente.
Enojado al verse forzado a integrar sus escuelas, el gobernador del estado decidió simplemente cerrar la educación en Little Rock. Pensó que era mejor que nadie fuera al colegio a que los niños afroamericanos y los blancos asistieran juntos. Sin embargo, no era un buen negocio para los maestros, que igual tenían que presentarse en la escuela cada día, y era triste para los alumnos porque no podían asistir a clases a causa del prejuicio. El año escolar de 1958 a 1959 todavía es recordado como el «año perdido» en esa ciudad.
Finalmente, Ernest Green fue el primero de los «Nueve de Little Rock» en graduarse de secundaria en un colegio público integrado. Su valentía ayudó a propiciar el fin de la discriminación. Más tarde dijo: «Solían decir que Arkansas era ‘la tierra de las oportunidades’, y la gente afroamericana decía: ‘¿Oportunidades para quién?’ Hoy podemos decir: ‘Oportunidades para todos’, y Arkansas puede estar orgullosa de este momento». Kim