Al tercer día hubo una boda en Caná, un pueblo de Galilea. La madre de Jesús estaba allí. Juan 2:1
—Jesús se dirigió a Caná —dijo la mamá—, una pequeña aldea donde se iba a celebrar la boda de unos familiares, y a la que había sido invitado con sus discípulos. Hacía dos meses que Jesús había salido de su casa, y su madre no lo había vuelto a ver. Solamente le habían llegado noticias de su bautismo y su permanencia en el desierto. A María le dio mucho gusto ver a su hijo, como siempre cariñoso y servicial con ella; pero no venía solo, lo acompañaba un grupo de jóvenes que lo llamaban Maestro. La presencia de Jesús en la fiesta llamó la atención a todos los invitados. María, aunque no entendía bien la misión de su hijo, creía que era el Mesías y quiso que realizara un milagro. Como en aquellos tiempos las celebraciones de bodas duraban varios días, se había acabado el vino antes de que terminara la boda, así que María le dijo a Jesús lo que estaba pasando, con la esperanza de que su hijo hiciera algo. Jesús hizo su primer milagro.
—¿El primer milagro? —preguntó Mateo.
—Sí, el primero —aseguró la mamá—. Jesús pidió a los sirvientes que llenaran de agua seis tinajas de piedra que estaban vacías; luego les ordenó que sacaran un poco para que lo probara el encargado de la fiesta. Cuando el encargado lo probó, dijo que era el mejor vino que había bebido y preguntó por qué habían dejado el mejor para el final. Fue en ese momento cuando se dio a conocer el milagro. Los presentes buscaron a Jesús, pero no lo encontraron, se había ido; ni siquiera sus discípulos se habían dado cuenta. Esa fue una oportunidad para los discípulos de hablar de su fe en Jesús. Nosotros también debemos confesar que creemos en Jesús.
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¿Sabías que …..?
Cuando Jesús convirtió el agua en vino fue en realidad jugo de uva, es decir, vino sin alcohol.
Tomado De: Lecturas Devocionales Para Menores 2020.
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Por: Noemí Gil Gálvez Colaboradores: Carlita Mariscal & Adriana Jiménez.