Una de las características fundamentales que hacen de Dios lo que es, es el hecho de ser infinito. Un problema básico con el que nos topamos en nuestra búsqueda de Dios se expresa en la pregunta: ¿Cómo puede un ser finito descubrir a un Dios infinito?
No podemos esperar que un niño comprenda ciertos conceptos complejos, puesto que no tiene la madurez necesaria. En otras palabras, para que un niño entienda qué significa ser adulto, debe convertirse primero en adulto. Un ser humano finito no puede esperar conocer por entero a un Dios infinito. Es tan absurdo como que una hormiga descubra el significado de la vida humana. En este sentido, los asuntos espirituales infinitos solo se pueden entender espiritualmente.
¿Cómo puede un ser humano familiarizarse con un Dios que, humanamente hablando, es indescifrable? De una sola manera: Dios debe revelarse a sí mismo. Debemos tener claro que la revelación de Dios solo puede ser real si proviene de él. Esto podemos verlo en la historia de Lucas sobre la oveja perdida (ver Luc. 15). Aunque la oveja se dé cuenta de que está perdida, no puede encontrar el camino de regreso. El divino Pastor debe revelarse a la oveja o, de lo contrario, seguirá perdida. Ningún desarrollo de la inteligencia humana puede descubrir a Dios: él debe darse a conocer.
Y Dios se nos da a conocer a través de su comunión con nosotros.
La comunión con nosotros (la relación personal entre Dios y yo) es el método educativo divino.
En el Edén, Adán y Eva tenían el privilegio de tener comunión con Dios cara a cara. Durante el tiempo que pasaban con él, aprendían de su poder, sabiduría y amor. A medida que aprendían más sobre Dios, anhelaban parecerse más a él. A medida que anhelaban parecerse más a él, Dios los capacitaba para convertirse en una forma más perfecta de su semejanza.
Dios nunca ha dejado de usar este método educativo. Encontramos ejemplos de esta clase de comunión
durante la creación del Santuario, que se construyó para que Dios pudiera morar entre la gente (ver Éxo. 25: 8), es decir, tener comunión con su pueblo;
mientras estuvo en la tierra con los discípulos, cuando la comunión también fue su método de educar a las personas (ver Luc. 6: 13).
Lo extraordinario de la comunión con Dios es que se puede experimentar en todas partes, a pesar de la plaga del pecado. Nuestro conocimiento de Dios no se limita a un salón de clases con un teólogo como maestro. Incluso la Escritura, que es la máxima revelación de Cristo, no es el único medio para conocer a Dios. Momento a momento y hora a hora, Dios se revela a quien lo busca con todo el corazón (ver Jer. 29: 13).
El efecto de la comunión con Dios sobre nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestra mente va mas allá de los que podemos comprender. La mente finita es milagrosamente capacitada para recibir los temas infinitos.
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Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2020. 4to trimestre 2020 “Los Principios De La Educación” Lección 1: «HAZTE AMIGO DE DIOS« Colaboradores: Hidai Juarez S & Misael Morillo