En este trimestre se han analizado varios aspectos del discipulado. En las prácticas de los discípulos e incluso en el ciclo de crecimiento del discipulado, hay múltiples elementos aplicables a la acción de seguir a Cristo. No obstante, la actitud central que hace del discipulado algo real y auténtico se encuentra en la humildad y en la abnegación de Cristo. En particular, el papel de la abnegación en el discipulado se acentúa considerablemente en el capítulo 14 de Lucas, versículos 25 al 33. Aquí la frase «no puede ser mi discípulo» se repite tres veces. En contraste con todas las maneras en que Jesús nos muestra cómo podemos ser discípulos, están estas tres de este capítulo diciéndonos de qué forma no se llega a ser un discípulo de Cristo.
La primera frase se encuentra en Lucas 14: 26 donde Cristo dice: «Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que sí mismo, no puede ser mi discípulo». A primera vista, esto parece fuerte, y lo es; es una declaración radical. En muchas culturas, las relaciones con padres, cónyuges, hermanos y demás familia son de primer orden. Pero en lugar de la connotación moderna de «odiar», la palabra griega original miseo denota «amar menos; adjudicar menos valor a algo». En otras palabras, seguir a Jesús no es solo algo que se añade a la vida, sino que consiste en una reevaluación y transformación completa de la misma. Las relaciones se reordenan por entero cuando Cristo se convierte en el eje, entonces toda relación surgirá de esa primacía. Lo hermoso es que, al mantener a Cristo en el centro de nuestras vidas, él también será el medio para preservar en buen estado las demás relaciones.
No solo en las relaciones, sino también en nuestras propias vidas personales, debemos subyugar y entregar todo nuestro ser a Cristo como nuestro maestro. Él continúa, «el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (Luc. 14: 27). El texto nos hace recordar a Lucas 9: 23, donde Jesús afirma de manera parecida: «Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame». Quizá Jesús pudo haber estado presagiando la muerte que iba a sufrir. ¡Además, estaba llamando a sus discípulos a que estuvieran preparados a morir, no solo físicamente, sino también por él! ¡Esto no puede lograrse contando con nuestra propia fuerza humana, únicamente sucederá al estar en una relación de discipulado con él! Cristo reconoce que este es un llamado tan radical que merece ser pensado y que haya una preparación, Por lo tanto, menciona la necesidad de evaluar el costo antes de aceptar dicho llamamiento.
La última frase se encuentra en el versículo 33: «Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo». Esto completa el llamado radical de Cristo al discipulado: él demanda el sometimiento de todas tus relaciones, de toda tu vida, así como de todo lo que tienes. ¿Habrá algo más en nuestra identidad como seres humanos que nuestras amistades, lo que somos y lo que poseemos? Esto se puede reducir a tres verbos: conocer, ser y tener y Dios desea que los mismos estén en sintonía con él para que nuestro discipulado sea completo.
¿Dónde ves a Jesús en filipenses 2: 5-11?
¿En qué sentido la abnegación de Jesús es un ejemplo para ti?
¿Cómo consideras que la abnegación de Cristo es una fuente de poder para ti?
¿En qué sentido puedes ver a Jesús en forma diferente, o identificar algún rasgo nuevo de Él, basándote en los versículos de este día?
Para meditar y orar: ¿Cómo respondes tú, al ver a Jesús de esa manera?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2020. 3er trimestre 2020 “Las Bases Del Discipulado” Lección 12: «LA NEGACIÓN AL YO« Colaboradores: Hidai Juarez S & Misael Morillo