«Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino» (Sal. 25:9).
Te hubiera caído bien Lenorado. Era muy parecido a la persona más inteligente y graciosa de tu colegio, solo que más inteligente y más gracioso. Se vistió como una lagartija para sorprender y asustar a sus amigos. Tenía puercoespín de mascota y no paraba de reírse si un amigo se pinchaba con sus púas. No había nada que Leonardo no pudiera hacer. Sabía pintar (y, por cierto, muy bien). Podía hacer esculturas. Era bueno en matemáticas. Sabía todo lo que se podía saber sobre los animales. Observando a las aves, se le ocurrieron ideas sobre cómo podrían volar los seres humanos. Lo que hace que esto fuera más impactante es que vivió cuatrocientos años antes que los hermanos Wright. Él «Siempre sentí que es mi destino construir una máquina que permitiera al ser humano volar».
Diseñó bicicletas trescientos años antes de que se hicieran populares. Bosquejó el funcionamiento del motor a vapor 150 años antes de que alguien construyera uno. Era vegetariano antes de que existiera esa palabra.
Probablemente has oído hablar de Leonardo da Vinci. Las pinturas más famosas del mundo fueron hechas por él. Si quieres ver la Mona Lisa o La última cena tendrás que hacer fila durante la mayor parte del día.
Pero esto es lo interesante de Leonardo: Aunque podía ver el mundo a su alrededor con mayor claridad que los demás, aun así se equivocaba. Creía que el Sol estaba a solo 6,500 kilómetros de distancia de la Tierra (la distancia hasta el Sol es en realidad de 150 millones de kilómetros). Creía que los elefantes comían piedras y que eran demasiado grandes para nadar. Creía que los cocodrilos crecían hasta medir la monstruosa longitud de doce metros. Las máquinas para volar que diseñó eran demasiado pesadas para despegar del suelo con fuerza humana. Así que estaba totalmente equivocado sobre su destino de ser el inventor de los vuelos tripulados.
Si una de las personas más inteligentes que ha existido podía cometer equivocaciones, quizá nosotros deberíamos estar siempre dispuestos a admitir podemos estar equivocados en algunas de nuestras ideas. La humildad es más hermosa que cualquiera de las pinturas de Leonardo. Kim