«Señor, ten compasión de mi, pues estoy en peligro. El dolor debilita mis ojos, mi cuerpo, ¡todo mi ser! ¡El dolor y los lamentos acaban con los años de mi vida! La tristeza acaba con mis fuerzas; ¡mi cuerpo se está debilitando!». Salmo 31: 9(10)-10(11), DHH
JESÚS CONOCE LAS CIRCUNSTANCIAS particulares de cada persona. Cuanto más grave es la culpa del pecador, tanto más necesita del Salvador. El corazón rebosante de compasión de Cristo, y su divino amor, se sienten atraídos sobre todo hacia el que está más desesperadamente enredado en los lazos del enemigo. Con su propia sangre Cristo firmó los documentos de emancipación de la humanidad.— El ministerio de curación, cap. 5, p. 49.
Cuando Jacob tuvo que huir del hogar paterno, después de haber pecado engañando a Esaú, y abrumado por el peso de la culpa, se sentía solo, abandonado y carente de todo aquello que le hacía agradable la vida. El pensamiento que más lo angustiaba era el temor de que su pecado lo hubiera apartado de Dios y que el cielo lo hubiera abandonado. Abatido por la tristeza, se recostó para descansar sobre el duro suelo. Se hallaba rodeado por las solitarias montañas y lo cubría la bóveda celeste con su manto de estrellas. Mientras dormía, de repente vio una extraña luz. Desde la llanura donde estaba acostado, una larga e impresionante escalera parecía conducir a lo alto, hasta las mismas puertas del cielo. Los ángeles de Dios subían y bajaban por ella, mientras que desde la gloria de las alturas se oía la voz divina proclamando un mensaje de consuelo y esperanza. Así se le reveló a Jacob lo que satisfacía la necesidad y ansia de su alma: un Salvador. Con gozo y gratitud vio que se le mostraba un camino por el cual él, aunque pecador, podía ser restituido a la comunión con Dios. La mística escalera de su sueño representaba al Señor Jesús, el único medio de comunicación entre Dios y los seres humanos. […]
Hemos de ser conscientes del asombroso sacrificio que ha sido hecho a favor nuestro. ¡Qué inconmensurable esfuerzo! ¡Cuánta energía dedicada por el cielo en el rescate del perdido para hacer que vuelva a la casa de su Padre!— El camino a Cristo, cap. 2, pp. 29-32.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «FAMILIARIZÁNDONOS CON LA MISERICORDIA DE DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez